⁠ᐷ Éramos tan felices

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-Es Book, perdió al bebé -expulsó en un hilo de voz apenas inteligible.

Parpadeó un par de veces, a la vez que la expresión de su rostro se tiñó de oscuridad. La sensación opresiva cobró sentido y ganó peso en sus entrañas. Su hijo había muerto.

Liberó a Gun como ausente, como si de pronto le hubiesen arrancado el alma. No había razón para no creerle, lo sabía desde antes, lo había sentido todo el tiempo.

¿Pero qué había pasado? ¿Había tenido un accidente? Necesitaba verlo.

Poniéndose de pie retrocedió con la mirada perdida en un punto incierto del colchón en el que antes había estado, las sábanas ahí arrugadas donde se sentó.

-Force-lo llamó angustiado al sentirlo cada vez más lejano y al verle tan roto-, Force, escúchame -pidió comenzando a llorar, porque le dolía la situación y porque no podía hacer más postrado en aquella cama.

Desearía tener la fuerza para levantarse y abrazar al alfa.

-¿Dónde está? -emitió aturdido, sin saber exactamente dónde se encontraba él, perdiendo el sentido por completo.

-Se ha ido -respondió apartando las cobijas de sus piernas, listo para intentar incorporarse en cualquier momento-, no sabemos su paradero, dejó todas sus pertenencias aquí -explicó con la esperanza de que Jiratchapong reaccionara.

La brecha entre ellos parecía ir en aumento, como un abismo que les separaba, saltar del otro lado era similar a caer en tinieblas.

-Lo traeré de vuelta -formuló siendo la única certeza que en ese instante poseía.

Giró en dirección a la puerta, apenas avanzó dos pasos cuando los brazos de Gun lo rodearon por la espalda.

-Tienes que dejarlo ir, fue su elección y él sabe que aquí estaremos si necesita algo -dijo gastando hasta la última gota de energía que conservaba en aprisionarlo para que no escapara, para que no volara lejos de su alcance, donde ni siquiera fuese capaz de verlo.

Jiratchapong lo tomó por las muñecas, sus largos dedos rodeando la delicada piel del omega.

-Soy yo quien lo necesita, y sé que él también lo hace.

Era consciente de lo que había perdido, de lo que estaba por renunciar y de que quizá, el riesgo a tomar, no le traería más que dolor.

-Yo también te necesito, nuestro bebé te necesita -suplicó negándose a soltarlo.

Era su esposo, el alfa con el que había compartido cinco años de su vida, tendrían una familia, eran felices, el destino los había unido, debían permanecer juntos. Si el Gun de diecinueve años lo viera ahora se sentiría muy avergonzado, aferrándose a un lobo que no lo quería, pero es que aquel que fue, había cambiado, había experimentado tanto al lado de Force que no podía simplemente quedarse de brazos cruzados y dejarlo partir. Su orgullo no era más grande que el amor que le profesaba.

-Sabes que no lo haces, lo sabes -pronunció con suavidad, con temor a herirlo más de lo que seguro ya lo había hecho.

-¡¿Cómo puedes decirlo tan convencido?! ¡¿Acaso no sientes cómo me estoy destruyendo?! -replicó furioso, por su tono amable, porque no necesitaba su compasión, lo necesitaba a él.

-Nunca me necesitaste, ni yo a ti. Estábamos cómodos, nos sentíamos bien así, con la presencia del otro, con el cariño que nos tenemos. Y podría vivir así hasta morir, contigo, porque eres maravilloso... Pero no puedo hacerlo después de conocer a Book... -Decidió callar, qué más daría por tener todo en claro.

Por poder leer sus sentimientos como si se tratase de un libro, pero no era tan sencillo. Por primera vez estaba dejando todo el trabajo a su instinto. No le había mentido a Gun, mas debían ser honestos, no era amor lo que en ese momento les unía.

⁠。⁠*✧ Éramos indestructibles⁠/⁠/ForceBook ✧⁠*⁠。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora