Lilith James
Sentí como me soltó suavemente y se movió hacia delante; yo solo lo miraba, no podía apartar mis ojos de su figura, me sentía intrigada, aterrada, mis emociones estaban en estado convulso.
-no piensas decir una palabra, humana- dijo
Desde que había aparecido, realmente mi boca no se había abierto para decir ni una sola palabra, estaba hiperventilando.
-yo…eh…bueno, ¿Qué eres? – mi voz sonó insegura.
- cariño mío, acabas de despertar al Dios de la Muerte –
-¡queeee! – en ese momento palidecí, totalmente- enserio, no juegues, ¿Qué eres?, porque siempre te veo en mis sueños, necesito respuestas-
Lo vi moverse cautelosamente por todo el lugar, hasta que dio con las rosas blancas favoritas de mi madre, apenas que las toco estas terminaron marchitas en el piso, y yo perdí el equilibrio de mi cuerpo, él realmente había hecho eso, como carajos, estaba estupefacta.
-dios- dije para mí misma, aunque él lo escuchó.
-no menciones a dios delante de mí, nunca- dijo con voz severa y su mirada se endureció- bueno, gracias por liberarme, pero tengo planes a los cuales prestarle atención, ha sido un placer bella dama-
-de que hablas- lo miré y continué- dijiste que si te liberaba te convertirías en mi protector, no te puedes marchar-
- querida, cuando alguien está prisionero en un sitio, ¿Por qué es?
- eres malo- afirmé
-soy perverso, cariño- dijo mientras esa sonrisa maliciosa que me había dado al comienzo volvió aparecer, con la misma desapareció en tan solo segundos con una enorme ventisca, y yo solo pude mirar cómo había desperdiciado la única forma que tenia de protección.
No creía nada, mi mente se negaba a creer todo lo que había vivido hacia unos minutos. Mi madre continuaba siendo la estrella de la fiesta, con su famoso discurso a la mejor hija que había tenido nunca jamás, hipócrita, todos lo eran, pero ella se llevaba el jodido premio.
Sin que nadie prestara la más mínima atención, me escabullí hacia mi cuarto, lo más sigilosa posible, cuando llegué a este, cerré la puerta con seguro y me encerré en esa oscuridad, que era la única en este mundo que me daba total plenitud.
Cogí mi cuaderno y me acomodé en mi lugar al lado de la ventana, mientras veía caer los copos de nieve y lo negro del cielo como si se fuera a caer. Empecé a escribir; los libros, las letras, la escritura se habían convertido en mi más grande arte, solicité una beca para estudiar literatura en la Universidad de Cambridge, pero mis padres no estaban de acuerdo o mejor dicho no están de acuerdo, su sueño es que estudie administración de empresas, y en mi familia siempre se hace lo que mi padre diga, su palabra es la ley. Mientras mi mente divagaba en miles de pensamientos en los cuales no debería estar pensando a estas horas de la noche, alguien toco la puerta de mi habitación, mi cuerpo rápidamente se puso en alerta y quiso desaparecer, deje que sonara nuevamente porque no quería abrir.
-Lilith, abre la puerta- dijo mi padre, con esa voz que me erizaba la piel y me hacía tenerle completo terror-no lo voy a decir de nuevo-
Estaba aterrada, el ambiente olía a miedo, mientras mis manos temblaban y mis lágrimas se derramaban por mis ojos, me acerqué hacia la puerta, y la abrí, para darle entrada, al monstruo de mis pesadillas, al ser humano que me hizo sentir tanto asco, decepción, y repugnancia.
- ¡si te digo que abras la puerta, la abres, me entendiste maldita puta! – dijo mientras agarraba mi cabello y me lanzaba hacia el piso.
-te hicimos una jodida fiesta de cumpleaños, y ni siquiera saludaste a los invitados, quien te crees que eres, eres solo una zorra igual a tu madre- gritó mientras me daba un puñetazo en el rostro y tiraba de mi cabello como si este fuera una soga.
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En esta vida y en mil más
FantasyElla quería huir de sus demonios. Él quería sacar lo peor de ella. Ella lo amaba. Él estaba obsesionado con matarla. Ella no era buena. Él mucho menos. Ella quería destruirlo. Él se enamoró. Ella lo arruinó. (continuación de la historia)