21 diciembre, 2023.

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La madrugada había sido cubierta por una capa extra de nieve, si es que Silverpine no podía verse más blanco. Niall y yo siempre hemos estado acostumbrados a lugares fríos, pero esta vez apenas parecía suficiente la playera de manga larga cubierta por un suéter y un abrigo de por encima. Aun así, ninguno de los dos pensábamos soltar queja alguna, sobre todo porque el último verano había sido uno de los más calurosos y solo ansiábamos por tener que cubrirnos con tremendos chamarrones para buscar un poco de calidez, simplemente es una de las mejores sensaciones.

El lindo y acogedor hotel, tenía a lado de la recepción un pequeño comedor, dónde preparaban a tu gusto tu desayuno, la mayoría pedía huevos, y pensábamos conformarnos con ello, pero al escuchar la opción de panqueques, juraría que nuestros ojos dieron un pequeño brillo de alegría, no había nada mejor que un desayuno de panqueques con café, té en mi caso.

Un rico y poco nutritivo desayuno y una pequeña caminata en la nieve después, entrábamos a la casa de mis padres. Ellos habían regresado a vivir aquí después de que yo había acabado la universidad, y al estar retirados se habían dado el lujo de hacerse de dos de los locales de pan del pueblo.

-¡Cariño! Justo a tiempo para abrir el día de hoy.

-¿Abrir?

Murmura Niall en mi oído ligeramente confundido por el llamado de mi mamá. Mientras dejo mi bufanda y abrigo en el barandal de la escalera, suelto una suave risa.

-El calendario de adviento. Ven.

Busco su mano con la mía, siempre era fácil encontrarla y esta vez no había sido la excepción, guiándolo a la sala decorada con un par de adornos y en la mesa un pequeño escenario de cerámica casi acompletado, faltaban cinco figuras en ella, y con el árbol de navidad creado del mismo material que había salido de la cajita con el respectivo 21, solo quedaban cuatro más.

Mi papá nos extiende la cajita de cartón con un lindo dibujo de una casita llena de nieve, quedaban pocas ventanas que abrir, y con apenas un poco de fuerza, logramos abrir la del día dejando ver un pequeño chocolate.

-Adoro estás cosas, es como un regalo diario.

Asiento divertido, acercando entre mis dedos el chocolate a la boca del irlandés, quien con una mordida deja la otra mitad para mí. Era un chocolate de leche con arándanos deshidratados adentro, delicioso.

-¿Cuál es el plan de hoy?

Habla mi mamá dejándole una taza de té a mi papá en sus manos, sentándose a su lado.

-Oh, navidad y navidad y más navidad.

Niall bromea, aun totalmente dispuesto a ser maravillado en cualquier momento por aquella magia de la navidad de la cual le he hablado por ya bastante tiempo.

-En ese caso, pueden acompañarnos, iremos por nuestro árbol. ¿Les parece?

Parecía una increíble idea, tomando en cuenta que al no estar en casa esta navidad, no habíamos tenido la oportunidad de poner el nuestro.

Claro que ir a buscar un árbol de navidad aquí era completamente diferente a uno en cualquier ciudad. Aquí era un pequeño viaje en auto a las afueras del pueblo donde el bosque predominaba, con tanta nieve que mucho de los pequeños pinos parecían más una montaña de nieve que un mismo árbol.

Por suerte no tardamos mucho en encontrar uno perfecto, algo un poco más alto que Niall y tan pachón que daban ganas de abrazarlo, si no fuera por lo cubierto de nieve que estaba. Bueno, eso y que en realidad abrazar un pino podía ser un poco doloroso.

Mientras cortaban el árbol que se iría con nosotros, mis padres nos dieron el trabajo de ir a plantar uno nuevo.

-Creo que esto es lo más tierno que he hecho.

Niall habla mirando la semilla en una de sus manos, y una pala en la otra, mientras caminábamos un poco más al interior del bosque a encontrar un buen lugar para el futuro arbolito. No era difícil, la verdad antes era más complicado encontrar un lugar entre el que todos habían ya plantado, cosa que me extrañaba un poco, tal vez solo nos habíamos alejado un poco más de lo normal.

-¿Te gusta aquí?

El asiente extendiendo la semilla hacía mí, comenzando a cavar para quitar la nieve y después un poco de la tierra hasta una profundidad considerable. Con cuidado acomodo la semilla en el agujero, y ambos, de rodillas regresamos la tierra a su lugar. Levantándome con el apoyo de su mano, vuelvo a mirar alrededor, de verdad había pocos montículos de tierra y nieve para ya ser navidad en cuatro días, pero mis pensamientos se dispersaron al sentir el beso en mi mejilla. Cubriendo mis frías manos con mis mangas, las pongo en sus mejillas dejando un pequeño beso en sus labios.

-¿Como va tu mágica navidad de película?

-Oh fría... pero ridículamente cursi, como de película

Río recibiendo otro beso de su parte, llevo mis manos por detrás de su nuca en un pequeño abrazo.

-Yo también tengo frío...

Sus brazos se aferran a mi cintura en un pequeño abrazo antes de empezar a caminar de regreso dónde en el auto ya estaban terminando de amarrar el árbol al techo de este. Mi mamá entraba rápidamente al auto para resguardarse de la pequeña nevisca que estaba comenzando a golpear el lugar.

-Ya verás que saldremos de esta, John.

-No lo sé... pero confiaré en tu palabra.

Aunque Niall me abre la puerta del auto, miro con confusión y un poco de preocupación a mi papá después de que el golpea suavemente el hombre de John, quien siempre ha trabajado vendiendo los árboles de navidad.

-¿Todo bien, papá?

Esta vez incluso Niall lo mira con una pequeña mueca.

-No te preocupes hija, vamos, el clima está empeorando.

A pesar de que su respuesta no me convenció del todo, tenía razón, el viento comenzaba a ser un poco más brusco y los copos de nieve no caían con tanta paz sobre nuestras narices. Pero fue sencillo de escondernos de ese frío después de lograr meter el arbolito a la casa de mis papás, y con un dulce chocolate caliente nos pusimos a abrir todas las cajas que guardaban las esferas y adornos de colores para así empezar a vestir al bonito y pachoncito árbol entre los cuatro, o ese había sido el plan inicial.

Mi papá y Niall habían ayudado a poner las series de luces por todo el árbol, pero fue en el momento en que el mayor decidió ir por una cerveza para descansar un poco en el que mi esposo lo siguió con felicidad y movieron su charla a la sala, mientras mi mamá y yo nos dedicábamos a poner las esferas.

-Puedes ver que lo irlandés está impregnado en él.

-Oh, siempre lo he notado.

Mi mamá ríe, Niall siempre se había logrado llevar bien con mis padres, y si había cervezas de por medios, él y papá parecían mejores amigos, como era el caso en este momento, dónde el irlandés contaba con gran emoción cierta tradición navideña que tiene con sus amigos llamada "Los 12 pubs de Navidad", dónde básicamente es... eso. Ir de Pub en Pub hasta llegar a los 12. Muy irlandés de su parte.

Silverpine VillageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora