El amor fue más fuerte que el odio.
Deynat odiaba con su alma a aquel chico que arruinó su infancia, pero conforme fueron creciendo, empezó a verlo de diferente forma.
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LORENZO ERA EL FAVORITO DE MI FAMILIA, incluso lo consentía y le regalaba dulces a escondidas de mi madre. Ella creía que le hacía falta cariño, pero la verdad es que no. Incluso mis padres querían más a Lorenzo que a mí. Era un niño demasiado consentido para ser el hijo de la niñera.
Mis hermanas estaban encantadas cuando él llegó, escondido detrás de la falda roja de su madre, con la nariz roja y los ojos hinchados de tanto llorar. Sabía que su presencia iba a traerme problemas.
El día que entró a nuestras vidas fue como un nuevo nacimiento, todos se preocupaban por él; si tenía hambre, la cocinera le tenía la comida lista en cinco minutos; si quería jugar, mis hermanas se turnaban para mantenerlo entretenido; todo lo que él quería, lo tenía frente a sus ojos en menos de cinco segundos. Y a mí me dejaron de lado, abandonada entre las sonrisas que le dedicaban a él.
Fue la infancia más aburrida que te puedas imaginar. A pesar de que la madre de Lorenzo estaba allí para cuidarnos, su hijo era el protagonista. Era tierno, adorable, amable, cariñoso, risueño y un montón de bobadas que la gente piensa de él. Lorenzo se había robado mi lugar en la familia y lo peor es que a nadie le importaba.
Por eso lo odiaba.
Era estúpido, decían mis amigos, ya que a mí nunca me faltó nada material. Pero lo que yo anhelaba era amor, sentirme especial para mi familia y no ser invisible ante sus ojos. Sin embargo, era difícil destacar; Darla estaba estudiando economía para ayudar a papá en el negocio, y Stella, mi hermana menor, era tan dulce como el azúcar y la niña más sociable haya conocido en mi vida.
