Narrador: Neith.
Desde hace no mucho tiempo llevo explorando el gran espacio junto a unos pequeños amigos. No sé quiénes son y por qué me siguen, pero me ven como una especie de amiga o amigo cuidador, o no sé, realmente no tengo idea ni de cómo surgí, lo único que reconozco es el hecho de que simplemente aparecí de la nada hace muy poco tiempo, junto a esos amigos que ya mencioné. En nuestros primeros momentos de existencia, nosotros estuvimos paseandonos por un buen tiempo, mientras jugábamos en el camino que se nos abría por la galaxia. Jugábamos a cosas como esconderse o a encontrar cosas de cierto color. Fue tan divertido que siquiera nos dimos cuenta de nuestra llegada a un lugar completamente nuevo y luminoso. Allí había una especie de gran luz que hacía que ese lugar resaltará de los demás; esa luz era tal cual las amigas estrellas, pero aún más grande, era simplemente impresionante y hermoso de ver, lo que hacía que solo quisiera ir allá para poder descubrir más de ese gigantesco amigo. Quizás podría enseñarme a ser igual de luminoso que él, sería maravilloso, obviamente.
Narrador Normal.
Aquél satélite no tardó en apresurarse hacía donde se encontraba esa gran estrella soltando mucha emoción por conocerlo. Eso solo provocó que las pequeñas lunas que lo rodeaban se apegaran a él para no perderlo, de verdad estaba llendo demasiado rápido.
- ¡Espera! ¡Espera! ¡Vas muy rápido! - Dijo una de aquellas lunas aferrándose a la más grande, intentando no separarse en lo más mínimo.
- ¡Sí! ¡Por favor! ¡Espera! - Habló otra. Pero por desgracia, él satélite apenas podía oírlos gracias a la velocidad a la que iba, provocando que tampoco se percatara de que ya habían llegado a una especie de cinturón de asteroides.
Ya estando allí, en el trayecto por este mismo cinturón, la luna más grande fue golpeada por una especie de asteroide.
- ¡¡¡Ah!!! - Gritó de dolor al sentir el fuerte golpe del meteorito. Las demás lunas que estaban a su lado fueron lanzadas lejos al igual que la luna mayor. Y gracias al golpe, los cuatro empezaron a quedarse inconscientes.
Antes de quedarse totalmente sin conciencia, el satélite más grande se percató de una risa algo diabólica proveniente del cinturón, a la vez que una silueta más pequeña, pero bastante aterradora.
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. . .
. . .
"Oye, despierta enano... o enana... Lo que seas..." fue lo primero que pudo oír la pequeña luna antes de recuperar el conocimiento.
— ¿Qué? ¿Qué pasó? — Miró a su alrededor el cual era más luminoso que lo usual. Lo primero que pudo ver, era a un cuerpo celeste mucho más grande, tan grande aur hacía sorpresa al más pequeño, tanto que pegó un salto hacía atrás para alejarse un poco. — ¿Uh? ¿Qué? — Misteriosamente, al dar ese "salto" y apartarse un poco, volvió a hacercarse gracias a una fuerza extraña que la atraía. — ¿Qué está pasando?... Tengo miedo... — Empezó a temblar y a lagrimear al no comprender qué era lo que ocurría.
¿Dónde se supone que estaba? ¿Por qué no podía alejarse de ese grande ser? ¿Dónde estaban sus amigos?
— Oye, enano, cálmate. Ahora estás en mi órbita... Es normal que pase esto. — Trató de tranquilizarlo hasta donde podía, aunque claro que su tono gruñón no ayudaba mucho.
— ¿Qué?... ¿Qué es orbita? — Preguntó de forma inocente, aún lagrimeando un poco por el temor.
— Eh... Bueno, es como una cosa que atrae a otras cosas... Entre más grande eres más fuerza de orbita tienes... y eso... — Miró algo confundido al notar como actuaba su "nueva luna", literalmente parecía un infante. — Mira, sé que estás asustado y esas cosas... Pero lloriqueando no resolvemos nada, lo mejor será esperar a que demos la vuelta entera al sol y así hablemos con los demás....
— ¿Demás? ¿Hay más como tu? — Su miedo empezó a disminuir a medida que charlaba con el contrario.
— Exacto, ellos te explicarán mejor esta tontería. — Suspiró algo pesado. De verdad nunca se imagino que de un momento a otro tendría una luna, siendo que nunca ha tenido una.
Ambos estuvieron esperando un buen rato a terminar la vuelta alrededor del sol, en ese tiempo, la pequeña luna se la pasó haciéndole preguntas al planeta, como qué era o qué era ella, y claro, Venus estuvo contestando de mala gana cada una de sus preguntas para que lo dejara en paz. Algunas veces tuvo que repetir respuestas de distintas formas para que entendiera, o incluso si daba una respuesta a una pregunta se formaban tres más, por la curiosidad por las nuevas palabras que la luna oía.
— Entonces ¿Una luna es como algo que va pegadita a un planeta? — Habló con curiosidad esperando la afirmación del más grande.
— Ay... Si. — Dijo ya cansado de responder. De verdad que a ese satélite le gustaba hablar.
— Ohhh, gracias señor Venus. Eres muy inteligente. — Mencionó con una sonrisa que demostraba entusiasmo y felicidad. Venus al ver eso y escuchar que el más pequeño le llamó "inteligente", hizo que su frustración cambiará a una sonrisa enternecida por ese comentario. Su núcleo se había ablandado por un simple satélite.
— Oh.. Si, claro que lo soy, jeje... Gracias pequeño... umm... ¿Tienes un nombre? — Arqueó una ceja esperando que respondiera su incógnita.
— ¿Nombre?... Umm... No, no tengo... — Su mirada se entristeció al no tener un nombre como su planeta. La pobre luna quería un nombre, una identidad.
Venus miró como el pequeño cuerpo celeste se entristecia por eso. Así que, de inmediato, buscó nombres mentalmente para poder nombrar al pequeño o pequeña, algo que ya de por sí era difícil por no saber su género. Tuvo que pensar en todos los nombres de las diosas o dioses que conocía. Para los cuerpos celestes ya era como una costumbre llamarse como algún dios.— Uhmmm.... Qué te parece... ¿Neith? Es el nombre de una Diosa egipcia. — Entrecerro los ojos replanteandose si sería un buen nombre para la lunita. — Quizás si- — Fue interrumpido por el contrario antes de terminar de hablar.
— ¡Me encanta! — Dijo, la que había interrumpido. — ¡Wooo! ¡No puede ser! ¡Tengo un nombre! — Comenzó a dar vueltas alrededor de Venus mostrando su alegría por tener un nombre.
Venus sonrió al ver al pequeño dar vueltas de alegría.Las cosas se podrían muy interesantes desde ahora.
CONTINUARÁ...
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Proyecto Neith
FanficVenus y Mercurio nunca supieron lo que se siente tener una luna, nisiquiera en los inicios de su creación han tenido una compañera con la cual hablar. El planeta anaranjado sólo había charlado con Mercurio una gran mayoría del tiempo solo para moles...