Llevaban galopando como media hora, después de haber cruzado un pequeño bosque, por fin llegaron a su destino, el castillo de Lucifer, el cual era sumamente aterrador, pues parecía que nadie habitaba ahí, contando con guardias igual de aterradores.
Ambos bajaron de sus caballos, y se dirigieron a la entrada del castillo, en esa parte del infierno era más oscuro, y había menos vida ahí.
Al dirigirse a la entrada, dos guardias abrieron las puertas para ellos:
- Pensábamos que ustedes serían los que llegarían mas temprano - decía uno de los guardias -
- Nos atrasamos un poco ¿Acaso ya empezó la reunion? - preguntó Iro alzando una ceja en forma de duda -
- No, pero conociéndolos pensábamos mas de ustedes - que los guardias sean casi tan extrictos como Lucifer, los enojaba un poco, pero no podían quejarse, si es que querían permanecer con sus cabezas -
Johan y Iron ignoraron ese comentario y solo entraron al castillo, se notaba muy lujoso, slo que los coloes y detalles eran oscuros, rojos como la sangre.
Había decenas de personas ahí, todas elegantes y bien vestidas, entre ellas el más bajo notó a una chica en especial.
Quenie, una chica alta, castaña y de piel blanca, no pudo evitar sonrojarse al verla:
- Tal vez deba hablar con ella ... - se dijo el pelinegro a si mismo, pero se vio interumpido por una voz gruesa y mayor -
- Príncipe Johan, me haría el favor de callarse -
Al darse cuenta que todos lo habían escuchado lo hizo sentirse avergonzado, Iron solo lo miro un poco mal pero prestó atención a lo que diría Lucifer.
- Sean bienvenidos, príncipes y princesas de otros reinos, hoy les vengó a hablar de algo sumamente importante -
No prestó en ningún momento atención a aquellas palabras, pues no era algo con que el tenga que ver, así que nada más se detuvo a ver.
Tal parecía que Lucifer lo había llamado en vano:
- Eso es todo, tomaremos un breve descanso antes de hablar sobre lo último - todos los presentes se limitaron a aplaudir, solo por mera obligación -
El receso comenzó, la mayoría ahí hablaba de cosas con otros, Iron y Johan se mantenían juntos, pues este último no era beno socializando, pasando por ahí, ambos se fijaron en Quenie, la cual parecía esperar a alguien.
- Oye enano -
- ¿Qué quieres? -
- ¿Por qué no vas a hablarle? está sola, deberías aprovechar -
Fue que recapacito las cosas, este era su momento, tal vez las cosas volverían a ser como antes, si solo hablara con ella.
Johan ya decidido, dio paso rumbo a la chica, mientras iba la multitud de gent parecía irse, como si enserio algo le fuese a salir bien.
Ya habiendo llegado, Quenie le dirigió la mirada, el más bajo vio que la castaña llevaba un vestido no tan formal y mas casual, y traía su corona correspondiente.
- Emm, ¿Te conozco? - preguntó con fastidio la chica -
- Amm, yo ... S-soy Johan, nos conociamos de pequeños -
Quenie parecía intentar recordarlo, pues se había puesto la mano en la cintura y una mano debajo de su mentón, fue que pareció recordarlo.
- Ah si, Johan, no has cambiado nada -
- Ah, si ... supongo que no - la conversación se había vuelto muy incómoda, pues la mayoría de comentrios de la chica lo ofendían bastante -
- ¡Oye Greta! - llamó la castaña a una chica de cabello lila - Ven aquí estoy - la tal Greta se dirigió a los dos - ¿Te acuerdas del chico que alguna vez te hable? -
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•º El príncipe y el ladrón º•
De TodoJohan es un príncipe para nada encantador, Evan es un ladrón inmaduro Como dos personas opuestas pueden gustarse ... Ya lo veremos