No body, no crime

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En pocos días corrió la noticia de que Ruth estaba en prisión y que iba a ser trasladada a otro lugar; el recuerdo de las dos despareciciones y del rebuscado caso sigue dando de que hablar en el pueblo y hay personas que creen cosas tan disparatadas que hasta me hacen reír. Gente que afirma que fue un pacto de amor suicida, gente que niega la infidelidad de Edward, gente que cree que ambos simplemente escaparon del pueblo y para no tener más relación con este lugar finjieron sus desapariciones y presuntas muertes.

Por mi parte seguí teniendo el perfil bajo de una ciudadana más, seguí yendo todos los martes al Olive Garden, pero era tan raro hacerlo sin Este, la soledad me golpeó pero la aproveché para darle rienda suelta a mi imaginación y crear canciones; todos los fines de semana tomaba mi bote y paseaba por el lago recordando la venganza y a pesar de que mi conciencia no volvió a ser la misma aún sentía la satisfacción de haber actuado por cuenta propia.

Así que con manos manchadas pero con mucha paz seguí con mi vida.

Quizás no se nace malo ni bueno, algunos nacen para hacer justicia donde no la hay.

Me gustaba creer que era de esas personas pero nadie sabría nunca, exceptuando a Danielle, de mi acción justiciera por Este.

Porque a pesar de que habían cerrado el caso como asesinato y habían inculpado a Ruth con algunas pruebas un tanto ilógicas en realidad nunca se encontró el cuerpo de Edward.

Danielle vendió su cabaña y se mudó a mi gran y solitaria casa, por un tiempo fuimos nosotras dos y mis dos gatos. Hasta que un día ella logró encontrar un lugar rentable en Los Ángeles.

"Ven conmigo, dejemos este lugar atrás, hay recuerdos que quisiera enterrar", me dijo cuando tenia sus maletas preparadas y el taxi en la puerta.

"Te lo agradezco pero me quedaré", le sonreí.

"Llámame si me necesitas"

"Lo haré, cuídate y suerte, Dani, eternamente agradecida contigo"

Ella me sonrió y asintió con la cabeza mientras se marchaba. Muy dentro mio supe que debería haber accedido, irme con ella y dejar este pueblo maldito atrás. Pero también supe que en realidad daría lo mismo donde sea que fuera, pues no pertenecía a ningún lugar en realidad.

Así que me quedé aquí para siempre y me dediqué a escribir, a contar historias...

Puedes juzgarme lector, puedes creer que en esta historia soy la "mala". Puedes pensar que estoy jodida de la cabeza y que inventé todo este drama. Pero la realidad es que la subjetividad que otros pueden tener respecto a mí siempre me tuvo sin cuidado y es por eso que me convertí en una contadora de historias y la mujer que todo el pueblo llamó "la mujer más loca que este pueblo haya visto jamás". Un gran título, por cierto, debería hacer una historia sobre eso...

Nos vemos, lector.

No body, no crimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora