𝐜𝐨𝐧𝐟𝐮𝐬𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬

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Estos días habían transcurrido rápido

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Estos días habían transcurrido rápido. Sentía que esta experiencia se iba a terminar pronto, cosa que no me gustaba nada y me asustaba.

Mis anginas habían ido a mejor, ya casi habían desaparecido o eso me había dicho el médico, podía cantar la canción entera sin problema, aunque tenía alguna dificultad en algunas cosas.

Me levanté pronto, ya que quería ensayar antes de la gala, porque efectivamente ya estábamos a lunes, baje de mi litera que compartía junto a Naiara y salí de la habitación viendo a cada uno de mis compañeros.

Caminaba por los pasillos de la academia, me había percatado de que era grande, pero nunca me había dado cuenta de lo enorme que era.

Llegue a la sala de ensayos, decidí meterme en un box para no hacer tanto ruido, ya que los boxes estaban "insonorizados".

Lo ensayé varias veces, sentí unos brazos posándose en mi cuerpo cuando di un pequeño bote y un gran grito.

—Joder.—puse las manos en mi pecho—Te mato Martin.

—Perdón.—dijo abrazándome.—¿Qué haces despierta a estas horas?.—se separó.

—Pues ensayar un poco.—señale el micro.—No quiero cagarla esta noche.

—¿Qué dices?.—hizo una mueca—Lo vas a petar, no digas tonterías.—se acercó a mí.

—Gracias Martin, pero no estoy segura de eso.—me puse algo nerviosa.—Y tú, ¿qué haces despierto?.

—Nada, es que alguien le ha dado por cantar a estas horas, se debe de pensar que no se le escucha.

—Mierda, no sabía que se escuchaba tanto.

—No te preocupes.—dijo pasándome su mano por mi espalda, rodeándome.

Nunca me había percatado en Martin, sus ojos eran marrones oscuros y pequeños, de frente tenía una nariz preciosa, unos labios pequeños o eso podía apreciar porque su bigote tapaba una parte de su labio superior, tiene una mandíbula marcada y un pelo castaño oscuro y algo desordenado.

—Me gusta ese pijama.—reí ante su comentario.

—Gracias, ya sé que es muy molón.

Era un pijama con los pantalones de cuadros negros blancos y negros, y la camiseta era del equipo de mi ciudad Real Zaragoza, que tenía vieja.

—¿Qué me miras tanto rubita?.—me miro pícaro, haciendo un rizo en mi pelo.

—¿Yo?.—me hice la sorprendida—¿Qué haces tú mirándome tanto?

—Ja, disimula ahora.

Le saqué de lengua, mientras él se acercaba a mí.

Que estaba pasando, su cabeza estaba a centímetros míos y escuchaba su reparación agitada, no podía alejarme, no sé por qué. Sus labios estaban a punto de rozarse con los míos.

𝐕𝐄𝐍𝐄𝐍𝐎; 𝐨𝐩𝐞𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧 𝐭𝐫𝐢𝐮𝐧𝐟𝐨 𝟐𝟎𝟐𝟑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora