1.- Lo más Importante

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A lo lejos podía percibir un... un pitido; un sonido agudo.

La llamaba y ella no podía acudir a su fuente. Necesitaba ir con él. Tenía que hacerlo, debía encontrarlo. Era su obligación.

Desorientada, abrió los ojos. Buscó por todos lados, pero no encontró la fuente del ruido. Comprendió que ni siquiera lo oía, pero sabía de dónde provenía. Era una señal; algo o alguien la estaba llamando.

Se encontraba en medio de lo que parecían ruinas de alguna antigua ciudad. El cielo azul estaba despejado, el pavimento agrietado y seco. Por donde viera había restos de casas de ladrillo y edificios derruidos, vehículos oxidados, calles agrietadas y rotas. Ni una sola persona, ni siquiera animales, nada más un par de insectos. Encima de las ruinas, plantas florecían y se apoderaban de la zona con la persistencia de la vida.

El tiempo parecía congelado en ese lugar.

Sentía una molestia en el cuello, tenía la vaga sensación de que habérselo golpeado o apretado con algo, quizás en un sueño, no recordaba qué. Intentó hacer memoria, pero no tenía nada; por qué tenía esa molestia en el cuello, por qué estaba ahí, qué había hecho el día anterior, quién era ella, nada.

¿Y... mi nombre?— se preguntó.

Tampoco lo recordaba.

Desconcertada, miró hacia abajo y observó el cuerpo desnudo de una mujer joven, de 20 a 30 años. Tenía una figura atlética y músculos esculpidos. También notó mechones rojos que le llegaban rectos hasta el mentón. Se preguntó si hasta ese momento se había dedicado a una labor física o si era una deportista.

Se imaginó que no recordar su identidad o su pasado debía ser preocupante, pero no podía dejar de pensar en ese chillido. No es algo que ella necesariamente quisiera hacer, no era algo que podía dejar para después; era su misión principal. Ella debía ir a la fuente.

Luego de experimentar unos minutos más, se dio cuenta que podía dilucidar la dirección del chillido. No solo eso, sino que también tenía un excelente sentido de la orientación. Con apenas echar un vistazo al cielo, supo que aquel ruido provenía de algún lugar hacia el noreste.

No sabía qué había ahí, no sabía ni por qué tenía que ir, pero tenía que hacerlo. Esa misión era más importante que su nombre o su pasado. Más importante que ella misma.

Las Imperdonables Nanas del Príncipe DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora