12.- Maestro Asesino (4/5)

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De pronto Alfa despertó y se dio cuenta que Poli no estaba con ella. Mas no se alteró, pues se habría enterado si este corría peligro. Seguramente había ido al baño o a la cocina, aún no se acostumbraba a seguir un horario estricto.

—Debe tener hambre— pensó —mejor voy a prepararle algo antes de que descubra dónde escondemos los dulces.

Se paró, se puso las pantuflas y fue a buscar a Poli. Sin embargo, apenas salir por la puerta de su habitación, advirtió pasos aproximándose a toda velocidad. Luego un cuchillo que se le acercaba peligrosamente. Antes de pensar, Alfa agarró la mano con el cuchillo, la asió a su otro lado para sacar al sujeto de balance y le dio un codazo en la nariz, lo cual lo hizo soltar su arma. Seguidamente lo tomó del cuello y lo levantó contra la pared. Recién entonces lo miró bien; advirtió una máscara de animal tapándole la cara, observó un uniforme sin escudos ni símbolos, un comunicador en la oreja y armas y herramientas para diversas situaciones. También evaluó su musculatura y contextura, todo en un segundo.

—Viene acompañado. Es parte de un equipo— dedujo rápidamente— un grupo entrenado, preparados para atacar de noche. Están atacando la resistencia. Deben ser parte del imperio. Entonces... ¡Poli está en peligro!

—No te diré nada— alegó el hombre, sonriente.

—Como quieras— contestó Alfa, antes de enterrarle el cuchillo en la garganta.

No tenía tiempo que perder. Apenas el cuerpo del sujeto cayó al suelo, Alfa se dirigió a su habitación para vestirse con lo esencial, armarse con su hacha y echar una muda de ropa de Poli en una mochila. Luego se fue a toda velocidad por el pasillo. Al pasar de nuevo por el cuerpo del sujeto, supuso que habría sido mejor hacerlo gritar para alertar a los demás. Reparó en que las alarmas no habían sonado.

Son profesionales— pensó, antes de sacar su pistola.

Mientras corría, disparó repetidas veces al techo para hacer despertar a los demás. Esperó que con eso fuera suficiente.

Sus disparos también atrajeron la atención del enemigo, los cuales no tardaron en hacerse ver: Un tipo con máscara de oso intentó abordarla como su compañero anterior, solo para terminar con un cuchillo enterrado en el cráneo. Un tercero, viendo el resultado de la pelea, sacó un rifle, plantó una rodilla en el suelo y disparó cuanto pudo hacia Alfa, pero esta se arrojó hacia él, saltando tan alto que se rozó el cielo raso. El soldado, con máscara de cerdo, la siguió con la mira sobre el cañón, pero antes de poder alcanzarla, su hacha le partió la cabeza en dos. Alfa aterrizó, recogió su arma y continuó su carrera. Bajó al primer piso y recién en ese momento comenzó a sentir el chillido que le indicaba la dirección de Poli; directo por el ala izquierda.

—Debe haber escuchado los disparos— se dijo Alfa— tengo que apurarme y sacarlo de aquí.

Saltó las escaleras, corrió por los pasillos, pero al pasar por el comedor, dos figuras se giraron hacia ella y comenzaron a dispararle. Alfa se deslizó por el piso para aprovechar su impulso, luego pateó una de las mesas para levantarla, se paró y la tomó para usarla de escudo. Así avanzó a toda velocidad, bloqueando sus disparos. Seguidamente les arrojó la mesa sobre la cabeza e inmediatamente los rodeó. Al primero lo decapitó, el segundo se dio cuenta de lo que intentaba y saltó hacia atrás para evitar la mesa y su arremetida. Intentó hacer distancia, dispararle, pero Alfa se le acercó más rápido, le cortó la mano antes de dejarlo apretar el gatillo y luego el cuello de par en par.

Un segundo después, escuchó la puerta del casino abriéndose de par en par. Se giró y halló a una mujer enmascarada como los demás. Se lanzó hacia ella antes de que pudiera sacar sus armas, pero en vez de defenderse con una pistola o un rifle, la mujer con cara de zorro sacó dos canicas negras y las arrojó con fuerza contra el piso. Las canicas explotaron en un cegador haz de luz, que paralizó a Alfa por un instante, suficiente para alejarse unos metros.

Las Imperdonables Nanas del Príncipe DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora