5. 🔥

1.7K 104 30
                                    

Obviamente iba a presentar quejas, me paré frente a la autoridad y chille.

─Lo odio, ¿cómo detestas a una persona en dos días?─ pegué pequeños saltitos haciendo puchero. ─Me dijo que mi remera era fea─ y prácticamente me domó alterando mis jovenes hormonas.

Suspiró mirándome de pies a cabeza, parecía estár examinando mi outfit para saber de que lado ponerse, aveces si me zarpaba, pero me estoy tomando este laburo bastante en serio.

─Estás bien, él es así, yo lo soporto hace meses. Siempre me crítica la ropa, el pelo y mi forma de hablar─ enumeró sin importancia.

Ladee mi cabeza como perrito confudido, Iñaki no es así, si lo atacas él responde usando ese tonito pasivoagresivo por el cual nos desconocimos varias veces. El Caputo mayor también lo hizo, no sé porqué son tan permisivos con él.

─¿Con qué derecho opina de los outfit de los demás?─ Iñaki abrió sus ojos en modo de advertencia, ¿lo defiende? ─Que alguien le avise que hay camisas de más colores, cero estilo, is so ungly.

Esperé respuesta, pero él seguía mirando congelado algo detrás de mí. ─Bombón, ¿me estás escuchando?─ gruñi berrinchuda girando para ver que me estaba robando la atención.

─Tengo de más colores, las vas a ver ahora cuando las vayas a retirar, tenés veinte minutos─ ordenó relamiendo sus labios sin quitarme su pesada mirada.

─Pero...¿a dónde?

─Tu bombón sabe─ señaló a Iñaki con un movimiento de cabeza. Metió las manos en los bolsillo siguiendo su camino.

En pánico con los brazos abiertos volví a girarme a mi amigo. ─Ayúdame loco.

─Corre ahora, te mando la ubi por whatsapps─ estiró la llave del auto de Egue.

Las manotie dejando un sonoro beso en su cachete. ─Gracias, corazón, sos un amor.

Trote te hasta la salida en busca de sus benditas camisas, ¿por qué no las lava en su casa? La gente con plata es rara.

•••

─Necesito otra secretaria.

El presidente dejó sus hojas de lado dandole una mirada menos comprenciaba que las habituales. Santiago sabía que esta vez no obtendría lo que pedía.

─Es su segundo día, en su primer trabajo, ¿por qué debería despedirla?─ juntó sus manos atento a lo que diría.

─Es una pendeja incompetente y contestona. Suficiente con Iñaki y Euguenia, estas no son pasantías.

El mayor sonrió detectando el problema al instante, Caputo no soportaba a alguien que se calle ante su carácter.

─Acá importa el intelecto, no la edad ni la personalidad, sino vos hubieras sido despedido hace tiempo, y lo sabes─ volvió a sus hojas. ─Dale un tiempo de adaptación, además ya no hay bacantes de confianza─ dió por finalizado, siendo la primera vez que negaba una petición de Santiago.

Enojado salió cerrando con un portazo, quedando él como el pendejo.

•••

Maia secretaria | Hace 12 horas

Maia secretaria | Hace 12 horas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Veranito ☀️

Santiago siente como su cuerpo reacciona ante esa imagen y cuando quiere quitarla ya es tarde, su cuerpo está caliente con su miembro más que despierto bajo su pantalón de vestir. Le generaba bronca sentirse excitado por una pendeja casi veinte años menor, pero un par de tetas como esas alteraria a cualquiera.

Soltó un largo suspiro tan solo masajearse sobre la tela, en su mente pasaban falsos escenarios donde le arrancaba ese diminuto bikini dejando sus pechos completamente a la vista. Con la mente nublanda metió su mano bajo su boxer buscando calmar los fuertes palpitos que daba su miembro al pedir atención.

Inclinó su cuerpo sobre la silla cerrando sus ojos ante el placer que él mismo se estaba dando, no comprendía como esa simple foto lo puso tan duro. Recorrió toda la longitud sintiendo sus marcadas venas hasta la punta esparciendo abundante líquido preseminal, y aceleró sus movimientos queriendo acabar rápido.

Todavía creía poder sentir el aroma a vainilla que desprendía su pelo cuando se acercó horas atrás, le divertía saber hipnotizar a las mujeres y con una pendeja era más fácil. Imaginarla saltando sobre él mientras sus tetas le rebotan frente su cara por cada senton.

Tenso la mandíbula callando los gruñidos altos que escapaban de lo más profundo de su garganta. ─Mhm, pendeja de mierda─ soltó arrastrado y rasposo por el orgasmo que le envió una electricidad satisfactoria por todo el cuerpo.

Dos fuertes chorros caliente golpearon la palma de su mano deseando que fueran sus grandes tetas. Agitado sacó la mano manchada sin saber donde limpiarla, se sobresalto cuando la alarma programada por veinte minutos sonó y en lugar de enojarse agradeció que ella no haya llegado aún.





Está rari...

Secretaria | Santiago Caputo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora