Capítulo 2: El comandante

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Habían pasado tres meses y Erwin seguía sin desaparecer.

Levi regresó a su dormitorio en el campus y ahora estaba en su último año de universidad. Era finales de noviembre y estaba a punto de terminar sus repasos para los exámenes del semestre de otoño, que tendrían lugar justo antes de las vacaciones de Navidad.

Ya se había acostumbrado a la presencia de Erwin, había dominado la habilidad de ignorar los comentarios del hombre cuando Levi hablaba con sus amigos (comentarios como quizá quieras aconsejar a Farlan que no haga eso o Isabel tenía razón. Escúchala, Levi), había dominado la habilidad de hablar con la boca casi cerrada siempre que necesitaba hablar con Erwin en público, había dominado la habilidad de no prestar atención a la conversación de Erwin con otros ángeles de la guarda siempre que hablaban entre ellos, y lo más difícil: dominado la habilidad de que no le importara una mierda que Erwin tuviera que estar en la misma habitación siempre que Levi tuviera que ducharse, mear, defecar, masturbarse o practicar sexo.

Al principio fue muy difícil, pero eran necesidades humanas básicas sin las que Levi no podía vivir, así que él y Erwin intentaron encontrar una solución beneficiosa para todos.

No se les ocurrió nada innovador, así que Levi acusó a Erwin de inventar excusas sólo para ser pervertido. El hombre se sintió muy ofendido, así que salió volando de la habitación para demostrar su punto de vista, sólo para ser mágica y cómicamente atraído de vuelta a Levi por una fuerza desconocida.

Intentaron distanciarse de diferentes maneras, pero el resultado constante demostró que Erwin era realmente incapaz de mantenerse a más de un metro de Levi. El rubio suspiró y dijo: "Te lo dije".

A partir de entonces, cada vez que Levi tenía que lidiar con sus impulsos íntimos, se limitaba a hacer lo posible por ignorar la presencia de Erwin y éste siempre volvía el cuerpo hacia otro lado, sin pronunciar después ni una sola palabra sobre lo sucedido durante aquellos momentos.

Hacía que Levi se sintiera mejor que Erwin pareciera genuinamente culpable por el bien de Levi.

"En una escala del uno al diez, ¿cómo de preparado estás para los exámenes?". le preguntó Erwin un día en que Levi estudiaba en un rincón vacío de la biblioteca de su campus.

"Diez negativo".

"¿Hablas en serio?"

"Se me dan fatal las teorías", admitió Levi.

Los bordes de los labios de Erwin se levantaron ligeramente. "Lo sé, pero aprendes rápido y resuelves bien los problemas una vez que entiendes el concepto básico. Eres más listo de lo que crees, Levi".

Levi se sorprendió. Erwin lo había hecho muchas veces en los tres meses que llevaba conociéndole: actuar o decir cosas que hacían pensar que se conocían desde hacía tiempo. Aunque, en su defensa, Erwin había sido su ángel de la guarda desde que Levi nació. Levi tenía que recordárselo a menudo cuando Erwin se comportaba así.

Y claro, Levi se sintió reconfortado por las palabras de Erwin, pero de algún modo prefirió fingir una tos y decir: "Lo que tú digas, Erwin. Cállate. Estoy estudiando".

"De acuerdo. Disculpa".

Erwin levitó detrás de Levi y durante media hora le hizo olvidar que aquel hombre existía. Levi acabó dándose la vuelta y vio a Erwin levitando en el aire detrás de él con las piernas cruzadas. Estaba de espaldas a Levi y parecía estar leyendo el mismo libro que Levi le vio leer hace un par de meses. Levi pudo ver algunos párrafos escritos a mano con letras atípicas.

Le picó la curiosidad.

"¿Qué libro es ése?"

Erwin dio un ligero respingo de sorpresa antes de volver a mirar a Levi. "¿Qué?"

En Todas Las Vidas (Siempre Eres Tú) - EruriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora