Scarleth
Mi pecho ardía, mis brazos temblaban y mi cuerpo comenzaba a sudar demasiado.
Quería llorar, quería gritar; pero me contuve en cuanto ella dejo de recitar aquel conjuro.Claudia comenzaba a recitar algún mensaje en latín, como una alabanza y oración hacia algo superior.
- Madre y padre, ancestros y maestros legados...-decia en latín, o bueno, algo así es lo que entendía.
Lo demás sonaba a una combinación extraña de distintos idiomas, algunos de pueblos indígenas que había escuchando en clase de historia cuando era una estudiante; otros idiomas que podría llamarlo griego antiguo o polaco. Pero algo era claro, no entendía del todo lo que quería decir.
Escuché un grito a lo lejos, uno masculino y sabía perfectamente que Alexander estaba sintiendo lo mismo que yo. Su ser, su piel, todo en el ardía como yo.
Sentía mis dientes rechinar, son embargo no me encontraba con la boca cerrada.
- In hora iudicii, quando miseris pro ea Cure a sua alma, purifique o seu ser e dê vida ao seu ventre para que nasça...- añadio casi a gritos.
- ¡PARA! -grite con fuerza. Sintiendo mis cuerdas vocales arder.
El jarrón en mis manos comenzaba a pesar cada vez más, mis brazos ya no tenían a suficiente fuerza para sujetarlo.
Claudia seguía con lo suyo, ignorando por completo mis lamentos.Fuego...
Una vez más, la voz de aquella mujer susurró en mi mente. Cerre los ojos, cansada y escuchando como algo se rompía en mis pies.
Cubrí mis oídos con las manos al comenzar a escuchar lamentos y gritos de dolor.Fuego
De nuevo, la escucho. Ahora más claro.
Fuego
Hazla arder.
Hazlos arder.
Fuego.
Hazlos arder.
Fuego.
Fuego.
Fuego.FUEGO/SCARLETH
Dos voces me obligan a arrodillarme.
Siento los piquetes de las aves en mi piel y cabeza, cada uno grita como dolor, logrando que comience a escuchar sus lamentos.Fuego.
Fuego.
Fuego.
Fuego.
Fuego.
Scarleth.
Fuego.
Fuego.
Despierta.
Fuego.
No los escuches.— suficiente -una voz masculina ronca se escuchó a lo lejos.
Las aves comenzaron a volar cada vez más alto hasta que su baile asesino dejó de rodear mi débil cuerpo.
Mi respiración se ncintraba agitada, los susurros de las aves comenzaban a marearme, logrando opacar los pensamientos de Alexander.— ¿Cómo pudiste entrar aquí? -cuestionó Claudia, quién se encontraba a unos cuantos pasos de distancia de mí.
Levanté mi vista al escuchar pasos acercarse. Mi atención se centro en un principio en la ventana de la casa, por la cual observaba como Alex me observaba a lo lejos con el mentón tenso, sus ojos estaban oscuros y podía sentir el cómo algo le molestaba.
Baje de nuevo mi cabeza al suelo, observando el pasto completamente pisoteado y maltratado para luego girar mi mirada hacia atrás, encontrándome con un hombre alto y delgado.
Su piel fue lo primero que llamó mi atención, era demasiado pálida, lo era tanto que sus venas resaltaban de su piel. Usaba una playera de vestir color negro con los primeros botones de la misma sin abrochar dejando al descubierto parte de su pecho y unas extrañas líneas negras idénticas a las venas que desprendían de su pectoral izquierdo; usaba pantalón negro de vestir ajustado a sus piernas y unos zapatos del mismo color con un broche plateado que se asemejaba al de una marca cara.
Su cabello era castaño casi rubio, su nariz era recta, pómulos marcados, labios gruesos y sus ojos se encontraban escondidos debajo de unos lentes de sol grandes de –probablemente– la misma marca que sus zapatos.
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CARMESÍ. ALMAS ROTAS
FantasyToda persona tiene un enemigo, y el de Scarleth es el destino. Pero, ¿qué pasaría si el destino se une con la traición? Al enterarse que quien creía que era su familia en realidad la torturo, la conexión de sangre ha dejado de ser un obstáculo para...