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Faltaba menos de una semana para que le dieran el alta y sus huesos ya estaban casi completamente sanados. Se había bañado cuando fue seguro pararse por su cuenta y su humor había mejorado considerablemente, estaba limpia.
Pero lo único que le importaba era salir de ahí con sus Pokémon, a tratar de sobrevivir en aquel mundo con siglos de diferencia del que realmente pertenecía. Y todavía no tenía una mísera idea de como hacerlo. Typhlosion, más que asustado, estaba impaciente, igual que ella. Impaciente por volver a esos días de vigilia en la entrada de la villa, impaciente por volver a sentir esa brisa fresca durante las noches.
—Tranquilo, muy pronto saldremos de aquí. — acarició su cabeza. Suspiró ante sus propias palabras, ya que sabía que era una completa mentira. Solo lo dijo para que la dejara leer.
Minutos después de tener los ojos enterrados en el libro que le habían traído directo desde la sala de espera, la puerta se abrió. Vio de soslayo a Green, quien traía una bolsa de papel kraft con el logo que reconoció como el de la pastelería que estaba enfrente del hospital. Sonrió un poco.
—Te traje esto. — le extendió la caja de plástico que sacó de la bolsa, que contenía un pequeño pastel red velvet.
—Gracias. — sostuvo la caja entre sus manos.
Que viniera a visitarla ya no es algo raro, que le trajera comida tampoco.
Pero a Typhlosion seguía molestándole igual.
El tipo fuego, al percatarse de la presencia masculina, rápidamente se subió a la cama cual mono, parándose de manera protectora sobre su regazo, gruñéndole al chico. Se apresuró a tratar de hacerlo a un lado.
No entendía por qué siempre le gruñía a Green. Era su naturaleza, y era normal que fuera desesperadamente protector, sí, pero no actuaba de esa manera a menos que se sintiera amenazado, y el chico mantenía su distancia en todo momento.
Aunque el hecho de que él miraba con el mismo odio al Pokémon no ayudaba para nada.
Al alcanzar con mucho esfuerzo la Pokéball en la silla a lado de la cama guardó a Typhlosion, cosa que tenía que hacer siempre que se comportaba de esa manera. Al ya no tener ningún impedimento el castaño de ojos verdes se sentó ahí, suspirando.
Abrió el libro en la página que se había quedado y se fundieron en un silencio cómodo. Ninguno era de palabras, eso le agradaba; no le llamaba la atención la idea de cambiar eso alguna vez.
Sí que se preguntaba la razón por la que simplemente se sentaba ahí por horas y se iba solo cuando le indicaban que debía hacerlo, y había tratado de preguntárselo, pero Green cambiaba el tema. Disimuladamente, pero lo hacía.
Cuando el castaño subió la mirada, forzó el agarre a su libro, nerviosa. Temía que estuviera mirándola, y no se iba a girar para averiguarlo.
—Oye, tonta. — la llamó. El chico se había acostumbrado a llamarle por ese apodo tan soez, pero le importaba tan poco que sería raro corregirlo después de semanas de dejarlo pasar. Ni siquiera lo miró ni dijo nada de vuelta, pero él continuó hablando. — Dices que estuviste en Hisui, ¿cierto?
—Sí...
—Seguramente habrás escuchado que me iré a estudiar a Kalos. — asintió, confundida. — Bueno, para el examen de admisión deberé presentar un informe sobre una región en específico, sobre sus costumbres, tradiciones y todo eso.
Despegó la mirada del libro y prácticamente lo lanzó lejos para incorporarse rápido y mirarlo. — Oh, no. ¡No lo haré!
—Oh, sí lo harás. Debo destacar entre todos los demás si quiero entrar. ¿Qué mejor fuente de información que alguien que lo vivió en carne propia?
—¿Solamente para eso te ofreciste para estar acá?
—Sí.
Vaya, qué decepción. Mientras ella, muerta de miedo, era importunada por los que dudaban de que realmente fuera del pasado, Green simplemente la vio como una pasantía a su maldita escuela. Enterarse de que se había acercado por mero interés la decepcionó bastante, y se lo hizo saber.
—¿Estás de broma, verdad?
—¿Qué?
—¿Me confiesas como si nada que quieres usarme para tu beneficio?
—¿Por qué otra razón debería estar aquí?
—Eres increíble, de verdad... — tomó el puente de su nariz, juntando paciencia suficiente para poder soportar la idiotez del joven. — ¿Y qué te hace creer que te voy a ayudar?
—No me has pateado el trasero como dijiste que harías. — respondió, esbozando una sonrisita.
Lo fulminó con la mirada, molesta. Molesta porque tenía razón.
Sintió como se le hizo un nudo en el estómago y la ataron un millón de emociones distintas. Pensar en hacerlo era una cosa, dar el siguiente paso era completamente distinto. Podría gastar su saliva y palabras por nada más que una decepción si el chico no llegaba a lograrlo. Podría simplemente mandarlo al diablo y seguir con la lectura que parecía empeñado en interrumpir.
Pero no creía poder vivir tranquila sin hacer nada, postrada en una cama esperando que Arceus la llevase de vuelta, como un cachorro abandonado. No podía seguir rechazando la ayuda de los demás cuando en esta línea temporal estaba completamente sola. Las chicas como ella no podían soñar. Las chicas como ella tenían que sobrevivir.
Y, la mayoría de los días, eso le bastaba. Pero hoy no.
Además, algo podría sacar de aquella alianza. Le beneficiaría a ambos.
—De acuerdo. — dijo.
—¿De acuerdo?
—Te ayudaré.
—Perfecto. — Green hizo una pausa y su sonrisa se tensó, como si ya se estuviera preparando para la respuesta de la chica. — Si me porto bien, ¿dejarás de evitarme?
____ hizo una mueca, su rostro debía estar completamente sonrojado, porque él soltó una carcajada. Era un sonido extrañamente agradable, cálido y honesto, a diferencia del suyo, que solía ser anodino y silencioso. ¿Cuándo fue la última vez que alguien se rió por algo que ella dijo o hizo?
—Lo consideraré. — esas palabras derritieron un poco de la tensión entre ellos.
