Parte 4

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No es la primera vez que Figal puede ver a Valentini en esa posición: en cuatro, con el trasero al aire apuntando al espejo a lo lejos con aquel consolador color violeta dentro. Hubo otras oportunidades, pero ninguna como esta que pareciera salida de una película pornográfica: el ex novio que busca tu ayuda y vos como sos una excelente persona tenés que ayudarlo.

Jorge siempre pensó que esas cosas pasaban solo en esas películas, porque francamente es irreal pero no... Ahí está Nicolás apretando los puños tanto que los deja blancos. Las piernas le tiemblan porque ciertamente esa posición en el sofá no es cómoda. El mayor lo sabe porque estuvo en ese lugar con el ojiclaro .

Pero sabe que ese temblar no es precisamente por una incomodidad debido a la posición, sino por los nervios.

Porque el rubio no lo está mirando a los ojos, tiene la mirada fija en aquel sofá. La expresión es seria y las mejillas están rojas.

Y el mayor no está equivocado, el vikingo se siente realmente avergonzado; es decir, había probabilidades de que su amigo pudiera descubrir la playlist pero... Pero una parte de él, tal vez pensaba que eso no iba a ocurrir. Que toda aquella tensión no iba a existir y que simplemente se lo quitaría, o le insistiría en ir a la guardia médica o llamar a un profesional y listo, pero no. Jorge lo descubrió y está ahí, sentado al lado suyo y probablemente o, mejor dicho,  lo está mirando. Lo puede sentir, no le pregunten cómo, pero Nicolás lo sabe. Se siente observado y es incapaz de poder devolver esa mirada sin sentirse aún más avergonzado.

— Y rubio, corazón… — Figal rompe el silencio, acercándose un poco más a dónde está el rubio.

Se muere de ganas de colocar nuevamente la mano en aquella espalda, pero ahora en estos momentos, sabe que no. Necesita que el menor le diga algo para poder avanzar. Sin el consentimiento de Nicolás no piensa mover un solo dedo.

Valentini se muerde el labio, intenta no poner fuerza en eso porque tiene miedo de lastimarse; le duelen los dientes de tanto apretarlos.

— ¿Querés que te cuide? — Le pregunta en voz baja.

Y el vikingo piensa que no es necesario que el mayor le hable así, con ese tono que indica complicidad, porque están ellos dos solos y podría hablar en un tono normal y no en uno tan... tan seductor. No, no era necesario.

Figal ve como Valentini se relame los labios y sonríe, porque conoce eso. Lo conoce muy bien... No es la primera vez que tienen esta clase de encuentros, no accidentados obviamente, pero si en esos juegos de rol en donde Jorge es quién domina la situación y lo tiene allí, viendo hasta qué límite nuevo lo puede llevar.

O que límite lo podía llevar el rubio. 

Entonces Figal se acerca un poco más en el sofá y está solo a unos centímetros de poder tocar la piel del otro, rozarla. Y ganas no le faltan, pero quiere al menos una señal de parte del vikingo, quién solo gesticula y se mantiene en silencio.

— Nini… — Dice finalmente el rubio, con la voz un poco ronca y no puede evitar gemir algo adolorido por aquel juguete ahí.

Nicolás se mueve en el sofá, apretándolo aún más fuerte, apoya el rostro en el respaldo y sin siquiera pensarlo observa al costado donde está Jorge que, para su sorpresa, si bien no está sonriendo, no le quita la mirada de encima.

Lo observa con atención y el movimiento que hace, mojándose los labios es lo que hace que el rubio suelte un suspiro, algo resignado. Cada movimiento que hace su amigo lo vuelve loco y provoca que su entrepierna comience a endurecerse, porque si bien está nervioso la situación en sí no deja de parecerle algo excitante.

Atorado - Valentini & Figal [Adaptación]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora