Atorado - Valentini & Figal [Adaptación]

Parte 3

Nicolás  maldice cada momento en que recordó a Jorge ese sábado a la noche y tomó la decisión de masturbarse de esa forma: ¿Es que acaso no podía simplemente tocarse de la manera "clásica" y ya está? ¿Tenía que usar aquel Satisfyer en el culo? NO, claro, él tenía que ir y tener la experiencia completa, pero ¿qué culpa tiene? ¿Acaso está mal querer pasarla bien  un rato solo? ¿está mal querer que la música emita vibraciones en tu interior? No, pero... estaba seguro que si solo se hubiera dedicado a otro tipo de prácticas, no estaría como está ahora: sintiéndose tenso, nervioso, avergonzado frente a la persona en la que pensaba en esos momentos de placer: Nicolás Figal.

Un Figal que solo se dedica a mirar a Valentini, mordiéndose los labios y pensando que si se mueve un poco más podría lastimarse pero: ¿Qué hacer? ¿Qué podés hacer cuando tienes a Nicolás Valentini, alias "la persona por la que te arrastrás como un perro", ahí? Y no es que esté ahí en una situación normal. No, porque entonces sería todo un poquito más fácil... Aunque siempre tener al rubio tan cerca es todo un tema.

Es todo un tema no querer sujetarlo de la mano, acariciarle el cabello... sentir lo suave de este, querer abrazarlo y sumergir su rostro en aquel pelo y quedarse aspirando su aroma, sentir el calor de este a pesar de lo frío del clima. de esa época. Oír esa risa tan cerca del oído, el aliento cálido.

Es difícil no sentir todo eso cuando la persona que te gusta, la que quieres y con la que podrías intentar todo, está en frente tuyo.

Y como dijimos: no es que precisamente Nicolás está en una situación normal, no. Esta frente suyo, con la camiseta de una persona en la que Jorge no quiere pensar en esos momentos, la cuál le cubre la entrepierna y probablemente parte del trasero, o algo de este porque últimamente gracias al entrenamiento no es que precisamente sea pequeño, sino que ganó muchísimo músculo y... El mayor no va a negar que sea algo que realmente extraña, tener las manos allí, así como el rostro enterrado, arrancando gemidos y… Figal tiene que dejar de recordar y pensar en esas cosas porque su entrepierna reacciona y precisamente el rubio no está ahí para tener sexo.

Aunque... el motivo por el cuál esta es por demás bizarro e inesperado: tiene un vibrador atorado en el culo y si bien, una parte de Figal se quiere reír a carcajadas (el solo imaginar que Luca le cuente una anécdota así u otro amigo, sería un motivo para estar riéndose durante días), se reprime las ganas porque puede notar que el rubio está realmente molesto, adolorido: lo ve en las cejas fruncidas, el gesto de incomodidad en el rostro, las mejillas coloradas y ve como se rasca un poco cerca de donde tiene el acné, porque sabe que con los nervios eso empeora.

— Nini... me duele — Chilla el ojiclaro.

Y Nicolás detesta sentirse tan vulnerable en esos momentos, porque es un problema en el que el mismo se metió y él debería de poder resolverlo, como la persona adulta que es: pero ahí está, con el rostro que le arde de la vergüenza, un acné que seguramente empeoraría por los nervios que atraviesa y... no tuvo mejor idea que pedirle ayuda a la persona que él mismo dijo dejar de ver porque estaba sintiendo demasiadas cosas que, probablemente, el mayor no se sienta y eso le duele pero... ¿A quién más podría recurrir antes de ir a un hospital?

Figal se masajea algo fuerte la sien e intenta mantener sus pensamientos en claro: sabe que hay una forma de ayudar al menor, lo sabe muy bien. Más bien hay dos formas y lo mejor de todo es poder informar las mismas:

— Tranqui, Ojitos — Dice el morocho, acercándose a su... ¿Amigo?, quedando frente a este — Mirá, se me ocurren dos maneras de poder ayudarte.

— No voy a ir al hospital — Niega Valentini, completamente decidido — Definitivamente no, no puedo ir, me van a reconocer y...