24.

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No voy a negar lo incomoda que fue absolutamente toda la tarde. Necesitaba escapar de ahí a como de lugar.

Pero el mayor problema era que, no importaba si iba a la cocina o si me movía únicamente un metro, mi madre no nos quitaba la mirada de encima.

Tom era un genio, pues no se como había conseguido encajar más que yo. Javier le hizo la mejor de las compañías y mis tías alegronas se reían demasiado con el. Por mi lado estuve más apartada, pero de igual forma rodeada de mis tres insoportable primas adolescentes.

—O sea, ¿entonces si estas con Tom?

—Creo que es evidente, ¿no?

—Ja... —sus cejas se elevaron y cerró los ojos por un momento mientras sostenía su sonrisa de boca abierta, muy sarcástica por cierto— Que hipócrita eres, es decir, estuviste un considerable tiempo negandolo a capa y espada y si estabas con el.

Se echaron a reír de tal forma que solo provocaba cerrar su boca con un golpe. Rodé los ojos, harta.

—Esta claro que si era una de sus muñecas plásticas antes, por eso lo negabas.

En el fondo solamente estaba disociando mientras observaba a Rocky, el enorme y perezoso perro de Javier, el solo dormía. Planee delicadamente la respuesta final.

—¿Sabes? No es mi problema que estén constantemente reflejándose en mi como las insegura que son; se perfectamente que su mayor deseo es ser una de las "muñecas plásticas" de Tom, es una lastima que nunca podrán serlo, pero ¡vamos! No desquiten su odio conmigo —sonreí de forma inocente—. No es mi culpa que ustedes sean horribles física y mentalmente. Les doy un consejo como la mujer guapa y exitosa que soy: Dediquen su tiempo a cuidarse y no a compararse conmigo, porque no llegarán nunca a ser ni una tercera parte de lo que soy, crezcan amores, siguen siendo demasiado jóvenes.

Cuando me puse de pie para alejarme Tom apareció frente a mi con una enorme sonrisa y un refresco.

—Te traía algo, fresa —me entrego la lata y rodeo mi cintura—. ¿Paso algo?

—No, corazón. Solo quería ir contigo —Le sonreí suavemente y deslice mis labios sobre los suyos en un beso casto y delicado.

Nos alejamos de aquellas tres mocosas, y buscamos un sitio para los dos, junto a Javier. Mientras la familia tenía conversaciones tribales, le conté a Tom lo que las chicas me habían dicho y el no me decepciono en lo absoluto, ya que después de saber que tenía los ojos de las chicas sobre el, decidió hacerlas morir de celos. Estuvo tan apegado a mi, sosteniendo mi pierna, besando mi frente, mi escondiendo mi cuerpo en su pecho que incluso mi madre nos llamó la atención.

Solo me reí y deje que me abrazara por los hombros, sintiéndome en el cielo. Sintiendo que por fin estaba amando de la forma en la que deseaba hacerlo, por fin podía ser libre de sentir sin sentir que mi mundo se derrumbada cada vez que lo besaba un poco más.

Sus besos cálidos únicamente gritaban que había valido la pena tanto sufrimiento, porque apesar de todo, jamás había dejado de amarlo. Desde el primer día donde sus felinos ojos atraparon los míos sobre la pasarela sabía que lo que decía Vanessa no era falso, estaba atrapada, envuelta, aferrada.

El era un completo hechicero, sabía que en el había algo que no era humano. Era simplemente celestial, ¿como pude fingir odiarlo por tanto tiempo? Cada vez que lo veía el corazón se me quería salir del pecho y deseaba hacer más largos los momentos a su lado.

Había decidió olvidar todo lo malo, porque los momentos buenos eran los que contaban, y no me importaba en lo absoluto lo que tratarán de decirme los demás.

Florida Kilos; Tom Kaulitz. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora