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En navidad siempre viene esa típica pregunta.

¿Qué quieres para navidad?

Todos responderían, dinero tal vez, juguetes, una consola, un teléfono.
Todos tienen una respuesta.

Todos excepto yo.

—¿Qué quieres para navidad?

—Yo...no lo sé.

¿Qué le pediste a Santa Claus?

Aún nada...

¿No tienes alguna opción?

Creo que no.

¿Por qué nunca te vez contenta con tus regalos?

—Sin duda los agradezco, pero, no siento que sean lo que realmente quiero. Algo me hace falta.

Siempre ha sido así, jamás eh pedido algo realmente, porque no sé que pedir.

¿Ropa? Ya tengo suficiente.

¿Juguetes? Eso pudo ser antes, ahora soy adulta. Aunque ni de pequeña pedía algo.

—¿Teléfono, computadora o algún aparato electrónico? Esas cosas te pueden la mente. Y ya tengo además.

¿Alguna otra cosa? Tengo un trabajo con una buena paga, creo yo. Así que no es necesario.

Si alguien me pregunta, ¿qué quieres para navidad?

Lo qué sea.

En realidad, ya no importa. Jamás eh querido algo específico para navidad.

Porque creo que ya lo tengo todo.

¿Verdad?

...

—Jeon, ¡apúrate!

—Está bien, está bien. Ya voy.

Entré al pequeño establecimiento, mientras escuchaba sonar la pequeña campana que anunciaba mi llegada.

—¿Dónde pongo esto?

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