Capítulo 1. - Yamaguchi.

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- No podemos tolerar más esta actitud Alba, esta vez has llegado demasiado lejos.

Esta fue la sentencia final tras una fuerte discusión que determinó que, el futuro próximo de Alba Reche, cambiase sustancialmente. Aunque quizá, para entender mejor cómo había llegado hasta esa situación consensuada entre sus padres, antes deberíamos saber quién es Alba y qué había hecho en esta ocasión.

A simple vista, Alba era la estudiante perfecta y una de las chicas más guapas que deambulan cada día por los pasillos de la Facultad de derecho. No muy alta, tan solo 165 cm de un cuerpo empíricamente creado para cortar el aliento de quien se parase a mirarla. Rubia de bote, ojos gigantes color miel y una sonrisa que ponía banda sonora a quien osase dedicársela. De familia bien situada y con tarjeta de crédito a su nombre desde los 18 años, a priori la hija perfecta en el contexto soñado por muchos.

Pero Alba, además de todas esas virtudes que los amigos de sus padres ensalzaban en los cockteles de rigor, no dejaba de ser una chica de 21 años que, una vez logrados los objetivos académicos con creces, amaba las compras, los viajes improvisados y la fiesta.

Fue precisamente en la "inocente" fiesta de fin de curso, así la había definido ella, donde Alba había sobrepasado los límites de tolerancia de sus padres.

Una fiesta de un día que acabó durando tres, un gasto tan desorbitado en la tarjeta de crédito que el banco se vio obligado a ponerse en contacto con el co-titular de esta, su padre. Un decorado Dantesco en el que, al ir en su busca al Hotel desde donde se cargaban los gastos de tarjeta, en lugar de la casa de María Villar donde se suponía que Alba pasaba el fin de semana tras la fiesta, tuvieron que localizarla entre veinteañeros borrachos en traje de baño, una ambulancia que acudía al aviso de posible intoxicación etílica y dos patrullas de policía que discutían abiertamente con el recepcionista del hotel.

Esta vez no le valieron para nada las matrículas de honor ni la mención especial por parte de la Universidad como alumna destacada en sus calificaciones y proyectos.

Como consecuencia de esto, Alba perdió gran parte de sus privilegios.

El verano apenas comenzaba y aún no era del todo consciente de lo que supondría convertirse durante unos meses en una humana más. Sin posibilidad de viajar con sus amigos, tendría que pasar las vacaciones con su abuela materna.

- Menos mal que al menos han dejado que vengas conmigo, muero de aburrimiento de pensar estar en este pueblo a solas.

- Pamplona no es un pueblo Alba - rectificó Joan.

- Comparado con Madrid sí, comparado con Miami donde debería estar con María sí...

- Ya Alba, pillo el concepto, ya le encontraremos la gracia a esto, acabamos de llegar.

La abuela de Alba siempre se había negado a marcharse a Madrid tras la muerte de su esposo y hacía años que hacía su vida sola en Pamplona. Afortunadamente para ella, habían permitido que Joan, amigo de su nieta y apegado a la familia desde que era niño, la acompañase. Sabían de la seriedad de su amigo y de lo positiva que sería su compañía lejos de las locuras de su otra amiga, María Villar.

- ¿Qué tal si hablas con mi abuela y consigues que te preste el coche? Las mejores playas de Donosti están a apenas una hora y este maldito penthouse no tiene ni piscina.

- Ya lo hice, más o menos - Alba se levantó las gafas oscuras con las que tomaba el sol de mañana en la terraza y le miró atenta. - Imposible, no hay coche para ti pero tampoco para mí porque, colateralmente, sería tuyo.

- ¡Genial! Todo el año estudiando para morir de aburrimiento en este pueblo.

- Ya se nos ocurrirá algo.

YakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora