Spencer suspiró por lo bajo, tomando asiento en el sofá.
—Sí, sí. A ver, siéntate—, escuchó el tono agudo de la pecosa y sonrió un poco.
Desde su posición en la sala de estar, tenía una vista perfecta a la cocina y al pasillo que después conducía al patio trasero -donde se hallaba Valerie sosteniendo una gran bolsa de premios, mientras que los dos imponentes canes sacudían la cola, mirándola fijamente.
Sabía que su estado físico había mejorado, ella comentó que seguía con sus terapias por su cuenta y que el dolor cada vez era menos -y con menor frecuencia. Pero... el día anterior, cuando atraparon a Cory, en medio de la agitación y la adrenalina, notó la mueca de dolor en su rostro; y cómo, luego de eso, caminaba cojeando un poco.
Y ni hablar de su muñeca, ya se había acostumbrado a verla sobando la zona con su otra mano y el ceño fruncido.
Bajó su mirada a su regazo, soltando un leve suspiro -uno más. Y a un lado suyo, sobre el mueble, halló el bolso de viaje de la pecosa, y junto a éste, un oso de felpa.
Por qué Valerie querría un peluche. Se preguntó a sí mismo tomando el oso entre sus manos. Solo reúnen polvo y pelos, todo eso no la ayudará con sus alergias.
—¿Qué haces? —, ahora su voz sonó más cerca. Alzó la mirada, hallándola de pie en frente suyo.
—Es lindo—, comentó él en referencia al juguete, Valerie sonrió un poquito. Lo dejó de regreso en su lugar y gesticuló hacia ella para que tomara asiento.
Thomas dejó la gran bolsa de premios sobre la mesa ratona frente a ambos, dando un paso al frente para sentarse junto al rizado. Pero Reid tenía otra cosa en mente.
Tenía muchas cosas en mente, en realidad.
Enredando su mano derecha en su cintura, tiró de ella, obligándola a sentarse sobre sus piernas.
La menor soltó una risita junto a un jadeo asombrado. La había tomado por sorpresa, claro, pero no le molestaba. En absoluto.
Acomodó sus rodillas a cada lado del mayor y ubicó sus manos sobre sus hombros; una sonrisa coqueta creciendo en sus labios de forma casi automática.
Y aunque el gesto de él fue meramente dominante; teniéndola arriba suyo, Spencer sintió que estaba a su merced, que ella tenía el control. Como siempre.
Deslizando sus manos por su espalda, tiró de ella un poco, acercándola a sí mismo aún más -si es que era posible. Valerie apretó sus piernas a cada lado suyo, provocando un suspiro trémulo en él.
—No sé por qué lo compré—, admitió ella entonces, mordisqueando su labio inferior—. Me recordó a Hannah y pensé en dárselo en cuanto aterrizáramos, pero...- bueno, ya sabes.
La mirada triste en ella hizo que algo se removiera en el pecho del rizado. Solo que no identificaba aún qué.
Le dio un ligero apretón a su cuerpo y mostró una sonrisita; aquel gesto tan simple, llenó su pecho de calma, dejando a un lado la nostalgia y arrepentimiento que sentía.
Quería hablar con él de eso, en verdad. Nunca tuvo la oportunidad de hacerlo como le gustaría. Y estaba ahí, en ese preciso momento. Por qué no, se dijo a sí misma deslizando su mano derecha por la nuca de él hacia sus rizos,
—Siento que si les hubiera dicho antes sobre eso...- sobre mí—, corrigió de golpe—. Entonces, quizás nada de eso habría pasado. Quizás Hannah estaríamos en mi antigua casa, esperando a que Skyler tocara el timbre para dejar a Hannah por el fin de semana, y quizás veríamos alguna película y en la mañana saldríamos al parque por un helado o algo así...-
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Russian Roulette || Spencer Reid [Criminal Minds] (2)
Fiksi Penggemar[EN PROCESO] Segundo libro de la trilogía: "Killer Games" La muerte de ese hombre no significaba nada. Era un simple peón en aquella extensa línea de mando, donde los rangos mayores ocultaban su identidad tan bien, que la única forma de conocerla se...