OBSIDIAN ALPHA

Cap 11: Morena

"¿Qué quieres decir con eso? ¿Me vas a pegar?" Pregunté aterrorizada. No es que no sepa qué son los azotes. Leí demasiados libros eróticos para una persona de dieciocho años, pero Leander desea transmitir un placer dudoso. Lo llamó un castigo y estoy seguro de que esas enormes manos suyas dejarán marcas horribles en mi pobre culito.

"No se considera un golpe, chucho." Él respondió con una risa oscura. Como si mi expresión de miedo le trajera un inmenso placer. "Ahora, haz lo que te digo o te obligaré". Añadió.

"Pero..." argumenté.

"Cuanto más respondas, más severo será tu castigo". Me amenazó con acercarse un poco más a mí. Me tendió la mano para que la tomara. Vacilantemente puse mi palma en la suya. Las chispas que estallaron no hicieron nada para mis nervios. Me llevó hacia su escritorio y con un movimiento rápido limpió todo lo que había en él. Papeles y lápices esparcidos por todo el suelo. Me quedé de espaldas a él, mirando el escritorio ahora vacío. Su cuerpo se acercó al mío. Se alzaba sobre mí y podía sentir su aliento en la nuca. Se inclinó hasta que sus labios tocaron mis oídos y susurró: "inclínate y coloca ambas manos sobre el escritorio, Morena". Su voz era más ronca que antes y sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Sin embargo, obedecí su orden y puse mis manos temblorosas en el borde del escritorio de madera. Mi trasero estaba en el aire y mis rodillas temblaban. Dudaba que pudiera mantenerme erguida si me alejaba de mi posición actual. Me miró durante lo que parecieron horas. El aire en la habitación se vuelve más denso cada segundo que pasa. Justo cuando ya estaba harta de esperar en una posición tan comprometedora, sentí que se movía detrás de mí. La tela de sus jeans tocando mis piernas desnudas.

Pasó una mano desde la parte superior de mi columna hasta llegar al dobladillo de mi vestido. Recogió la tela en su mano y tiró de ella dejando al descubierto mis bragas. Dejó escapar un gruñido tan pronto como vio mi ropa interior y si no estuviera tan nerviosa me habría desmayado. Sonaba tan jodidamente caliente. Mis pensamientos se estaban nublando y quería que todo esto terminara lo más rápido posible. Mi línea de pensamientos fue interrumpida cuando de repente un azote cayó directamente en mi naga izquierda. Dejé escapar un grito y mi cuerpo se levantó para alejarme del escritorio. La mano de Leander estaba en mi espalda sujetándome así que mis intentos de levantarme fueron inútiles. Mi cara ahora estaba presionada contra el escritorio de madera. Pasó una mano por mi nalga palpitante antes de volver a golpearla. Intenté amortiguar mis sonidos lo mejor que pude. No le daré el placer de escuchar mi dolor. Para el quinto azote, tenía lágrimas corriendo por mi cara y mi mano estaba a punto de sangrar mientras la mordía.

"¿Estás contando, Morena?" preguntó con voz ronca mientras el pasaba su mano por mi piel. Asentí porque tenía demasiado miedo de escuchar mi propia voz.

"Contéstame con las palabras adecuadas." Ordenó con otro azote.

"S-Seis" respondí, mis palabras apenas inteligibles.

"Buena chica. De ahora en adelante cuentas en voz alta. Si no lo haces, comenzaremos todo de nuevo".

"¿Cuántos voy a recibir?" Logré decir en un susurro. Estaba segura de que me escucharía gracias a los sentidos intensificados, así que no hablé.

"Recibirás diez. Me encantaría darte más, pero es justo que el castigo sea leve considerando que la mitad de esto no es culpa tuya. La próxima vez no salgas de tu habitación a menos que seamos yo o Asher. ¿Está claro?"

Asentí con la cabeza y eso me valió otro golpe. "Te dije que expresaras tus palabras, ¿no? , ¿lo tienes claro ahora?" preguntó de nuevo.

"S-sí, claro." Odiaba lo débil que salía mi voz.

"Ahora, ¿cuántos te quedan?"

"Faltan tres más".

"Buena niña." Me susurró al oído provocando un escalofrío por mi espalda. Los malditos amigos se unen y me ponen nervioso por este imbécil.

Los últimos tres golpes llegaron en rápida sucesión y dejé escapar un suspiro de alivio.