Sunghoon te empuja a una habitación vacía, los ruidos de la gente se dispersa por la casa de la fiesta y la música se desvanece, dejando que Sunghoon tome el control total de tus sentidos.
"Deberíamos habernos quedado en casa cuando tuvimos la oportunidad", murmura contra tus labios, manchando tu lápiz labial sobre tu boca con cada movimiento brusco de sus labios. "Debería haberme quedado y dejarme follarte con este puto atuendo. Te ves demasiado sexy".
Cada una de sus palabras te obliga a mojarte más en el momento en que salen de su boca. Sunghoon te rodea la cintura con una mano para sostenerte mientras continúa empujándote más adentro de la habitación hasta que llega a la cama y te arroja sobre ella.
"¿No podemos irnos a casa primero?", le pregunto, mirándolo mientras se desabrocha el cinturón con una mano y una sonrisa pegada en sus labios junto con un tinte descolorido de mi lápiz labial.
Sunghoon niega con la cabeza, antes de inclinarse para darle besos de pimienta entre el cuello y hasta la mandíbula, "¿Crees que puedo esperar tanto tiempo, bebé? Estás loco".
Una de sus manos mantiene tu cintura quieta, mientras que la otra te sube y baja por los muslos y, de vez en cuando, llega a la parte interna de los muslos para que pueda acercarse peligrosamente a tu núcleo.
Cuando hace esto, tus muslos se cierran instantáneamente y se frotan, ganándote un tut de él. Abriendo los ojos que antes estaban cerrados, Sunghoon te arrulla malvadamente.
"No vuelvas a hacer eso", advierte, abriendo los muslos de nuevo antes de continuar con sus movimientos.
—Sunghoon —gimoteas, colocando una mano sobre la suya—.
Sunghoon arquea una ceja hacia ti, "¿Qué pasa, bebé?"
su mano se mueve hacia arriba para acariciar tu mejilla; Está siendo tan gentil, demasiado gentil.
"Vete a la mierda", casi gritas, a lo que Sunghoon casi se ríe. Te mira, te ayuda a quitarte el vestido y no se olvida de darle un beso siempre que puede para demostrar lo bonita que te encuentra.
Sunghoon baja el vestido de tu cuerpo, lo tira al suelo y vuelve a pasar una mano suya por tus piernas hasta que llega a las correas de tus tacones. Sunghoon los adora, casi se arrodilló cuando vio que te los ponías justo cuando ibas a irte a la fiesta. Encontró divinas las correas de oro de ellas en sus piernas, entre el resto de ustedes, por lo que les rogó que se quedaran en casa con él esta noche, para que pudiera cuidarlos toda la noche y darles lo que merecían. Ahora que lo estabas pidiendo, ser cruel contigo parecía una mejor opción.
"Corrígeme si me equivoco, nena. Pero, ¿no fuiste tú quien insistió en quedarte aquí en esta fiesta a pesar de que le había dejado claro que te cuidaría en casa? Dije que te trataría bien, ¿verdad?" Sunghoon acaricia tu mejilla, acariciándola antes de agarrarla y obligarte a encontrarte con sus ojos oscuros.
Asientes, incapaz de formar palabras cuando su mirada era tan intensa.
"Usa tus palabras," se burla Sunghoon.
"Sí, pero no pensé que llegaría a estar tan necesitado".
Sunghoon se ríe en voz baja, "¿No lo hiciste? Pero siempre estás así de necesitada, nena. siempre tan necesitado de mi polla".
Sonríe, doblando el cuello para darte un beso en los labios, "No te preocupes, te daré lo que quieras".
Un momento después, sus manos se sumergen debajo de tu ropa interior de encaje que sin duda usaste solo para obtener una reacción de él. No se necesita más que un movimiento rápido para que Sunghoon sienta que la humedad se acumula en su núcleo. Deja escapar un silbido agudo, recogiendo todo lo que puede con los dedos mientras tus caderas se sacuden hacia arriba por el contacto.
"Tan mojado, cada vez. Nunca me cansaré de eso", levanta sus dedos de tu coño para llevárselos a la boca. Tararea con una sonrisa y te saborea, como lo ha hecho innumerables veces.
"Por favor", jadeas. "Por favor, tócame de nuevo".
No parecía posible, pero los ojos de Sunghoon se oscurecen aún más, "como quieras".
Con eso, dos dedos se hunden en tu coño nuevamente, obligándolos a estirarse a su alrededor.
Gritaste, se sintió demasiado bien tan rápido. Los dedos de Sunghoon te penetraban con fuerza y rapidez mientras su pulgar presionaba de vez en cuando contra tu clítoris.
"Abre los ojos y mírame," exigió Sunghoon, su voz baja solo te hacía más necesitado. Abriste los ojos para verlo sonriendo por encima de ti, viendo cómo tu rostro se contorsionaba de placer.
Sunghoon parecía casi un sádico, sabía que sus dedos no te iban a dar la satisfacción suficiente como su polla; No aliviaría tu antojo.
Sin embargo, estaba preparado para hacer que te corrieras en sus dedos al menos tres veces antes de saber con certeza que estabas listo para ser arruinado por su polla.
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