CAPITULO VEINTITRÉS

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•ATRAS NO SE MIRA. NI EN TUS SUEÑOS•

Angeline

Tom entro a la habitación, azotando la puerta. Me levanté rápido de la cama ya con ropa limpia y bañada. El se dirigió a mí y tomo mí cadera con su mano, atrayendome a el y juntando sus labios con los míos en un beso brusco. El cual no fue correspondido por mí parte.

—Vamos.—dijo y separó sus labios de los míos y me tomo de la muñeca fuertemente, camino casi corriendo y sacándome de la habitación. Bajamos las escaleras y salimos de la mansión.

Llegamos hasta el auto y abrió la puerta del copiloto, me tiró dentro del auto salvajemente y cerró la puerta. Me puse el cinturón un poco aturdida de lo que presentía que iba a suceder y vi como Tom entraba al auto. Cerro la puerta y arranco el motor.

Vi como Georg, Gustav y Bill entraban cada uno en sus autos con sus perras.

—¿Que vas a hacer-.

Tom acelero antes de dejarme terminar mí frase de modo que mi cuerpo se pegó más al asiento. Tom miro hacia mí  y carcajeo.

—Solo comportarte como mí perra y has casó a todo lo que te diga.—doblo el volante en una curva fuerte, haciendo que mí cabeza golpeara la ventana del auto.—¿Entendiste?

—S-si...—hable tartamudeando y viendo que mí frente tenía un poco de sangre por el impacto de mí cabeza contra la ventana.

Mire mis dedos con un poco de sangre y Tom agarró mí muñeca, llevando mí mano a su boca. Metió mis dedos con un poco de sangre en su bici y con su lengua lamía mis dedos.

—Tu sangre no está mal...—lo mire aterrada y solo baje mí vista, mirando mis piernas con moretones.

Minutos después llegamos a una pista de carreras, donde allí se encontraban siete autos más, dos negros, tres rojos, uno blanco y otro azul eléctrico.

Tom freno del golpe y mí cabeza de dirigió con fuerza hacia adelante, golpeando mí frente otra vez. Se bajó del auto y camino hasta los demás autos, mientras veía a los chicos junto a el. Llendo todos juntos y en la misma dirección.

Intenté abrir la puerta, pero está estaba cerrada con seguro.—Mierda...—dije, mire atrás y me pase a la parte tracera del auto, me senté e intenté abrir la puerta. Pero no, todo estaba con seguro.

Mire para afuera y los hombres y ellos ya no estaban ahí. Mire la ventanilla...

Narrador omnisciente

¡¡¡TRAKKK!!!

La castaña había roto la ventanilla con su puño, mientras maldecía en voz baja. Su mano llena de sangre por los vidrios rotos que se encuestaron en ella.

Saco su cabeza por la ventanilla ya rota, se empujó y salió del auto, callendo al suelo.
Se retorció ya ahí y se levantó como pudo.

Mientras que el de trenzas escucho el ruido de un vidrio romperse. Dejo de escuchar al hombre de barba corta y a sus compañeros.

—Tom, ¿Me estás escuchando?—pero el de trenzas no se inmutó a dirigirle la palabra.

Camino hasta la puerta del bar, salió de esta corriendo. Y vio a la castaña apoya al auto, intentado levantarse, con su mano llena de sangre.

FALLEN ANGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora