CAPITULO DIECIOCHO

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•LUJURIA•

Tom

Sostenía en mis brazos  a Angeline, besando sus labios, recorriendo con mí lengua su boca y jugueteando con su lengua.

Sus manos estaban agarrando mis hombros, mientras que las mías en sus muslos, que envolvían mí cintura. Eran suaves y hermosos, con los que quisiera probar todos los días con mí lengua.

Separé mis labios de los suyos para poder recuperar la respiración. Mire sus ojos, los cuales se encontraron con los míos, el brillo de sus ojos me volvían loco.

La tomé con fuerza y camine a la puerta, abriendo esta y saliendo de la habitación. Camine hasta el elevador, ya que la habitación quedaba en el piso de arriba. Sube en este y apreté el botón, haciendo que el elevador suba al piso de arriba.

Las puertas se abrieron y yo salí de este. Camine por el pasillo hasta la última puerta del pasillo, en donde estaba la habitación.

—Tom...¿Que vamos a hacer?—pregunto mirando mis ojos. Mientras yo abría la puerta, entrando en la habitación y cerrandola de nuevo.

—Ya sabes.—respondí acercándome a la cama. Tire a Angeline de esta, haciendo que de un pequeño grito.—Quiero que gimas mí nombre.

—Tom, ya lo hicimos hace unas horas...porfavor no, ya me duele ésto.—sus ojos se llenaron de lágrimas, pero el deseo y la lujuria de sentir su cuerpo, su piel cálida y suave. Eran inevitables.

—Aguanta más, porque no pienso parar.—y sin esperar más empecé a quitarme la campera, para después sacarme la remera. Angeline miraba como me desnudaba en frente suya. Mí torso quedó descubierto, y luego saque mí pantalón y boxer, dejando mí erección a su vista.

Jugueteaba con mí piercing, subiendome encima de Angeline. Puse uno de mis brazos a los costados de su cabeza, mientras que con el otro tocaba sus pechos, haciendo que saque pequeños jadeos inaudibles.

Acerque mí rostro al suyo, juntando mis labios con los de ella, separé mis labios, para después dirigirlos a su cuello. Bese su cuello, haciendo chupones en el. Mí erección toco con su intimidad, haciendo que Angeline jadeé despacio y bajo.

Mí deseo era inmenso, que para calmarlo un poco metí uno de mis dedos dentro de su intimidad.

—Ahh- —un gemido escapó de sus labios, los cuales callé con mis labios, atrapando los suyos en un beso.

Mí dedo se movía más rápido al momento que el deseo aumentaba, así que metí otro de mis dedos. Sus jadeos eran más fuertes, los cuales se mezclaban con sus gemidos.

—¿Te gusta?—pregunte con una sonrisa burlona al ver si rostro rojo y lleno de lágrimas, me causaba ternura el verla así.

Débil y inservible.

—T-tom para m-me está doliendo.—tartamudeaba con cada cosa que decía. Pero quería verla gritar. Suplicando que pare.

—Voy a parar en el momento que yo no quiera seguir, me da igual si quieres que pare o no.—pequeñas risas salieron de mis labios, juguetie con mí piercing, viendo cómo ya las lagrimas volvían a derramarse de sus ojos.

—Basta!—un dolor inundó mis genitales, que habían sido golpeados con su rodilla.

—¡Hija de puta!—me empujó a un lado y se levantó de la cama, agarrando la lámpara que estaba en la mesa pequeña.

FALLEN ANGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora