REECE BLACK

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Reece

— Al igual que yo sigues estando dentro del ejército, ya no estamos en el campo de batalla pero nuestra mente sigue presente ¿Me dejó entender? — hablo con mi hija viendo que a pesar de los años su carita tan fina sigue con las mismas facciones

— Te hice una pregunta Zeffa.

— La capitana — me responde la arrogante haciendo pucheros.

— Por supuesto la capitán Zeffa Black Silveira, única, grande y respetada pero al parecer con problemas de memoria porque tú decidiste dedicarte a tus hijos y a tu matrimonio. ¿Pasa algo con Lex?

— Nada malo papi es solo que mis hijos han crecido, Reynaldo quería ser militar y ahora está tan metido en el futbol americano que me queda claro que ya no quiere eso y Alanis con lo de ser modelo tiene loco a Lex.

Ok lo voy a decir, me estoy volviendo vieja — se cruza de brazos y me rio a más no poder.

— Entonces yo soy un fósil.

Me rio más fuerte escuchando las carcajadas de mi hija y esto es vida para mí, Zeffa tiene razón al decir que los años no pasan en vano pero sus pensamientos de vejez son tan absurdos como su tamaño.

— Lo más gracioso es que pareces la hermana de tus hijos, mi pigmeo favorito.

— ¡Papá! — se ríe más fuerte abrazándome

— Gracias por todo lo que me has dado, Lara nunca me abandonó y tú menos, en 10 años lo único que sabía de la navidad era intentar salir a ver los fuegos artificiales con los demás chicos de la favela pero no podía, no me dejaban — aprieto los dientes con rabia y la abrazo con fuerza.

— Mi niña, siempre mi linda y fuerte  capitana, se que estás fechas nos hacen replantearnos tantas cosas en la vida, a veces no nos damos cuenta a de cuánto nos duele algo hasta que estos momentos llegan, con el tiempo y la llegada de mis nietos entendí que eso no es malo, que tener sensibilidad no es un pecado.

Pero lo que si es un pecado es que mi hija aún deje que esos fantasmas la atormenten, lo que pasaste ha sido lo más doloroso que he oído en mi vida porque aunque eso es terrible, te paso a ti.

— En ese tiempo ni siquiera sabíamos de nuestra existencia — siento una lágrima cayendo de sus ojos los cuales limpio de inmediato.

— Te juro que lo he superado, te juro que tú amor me cambio la vida porque eres mi papá, mi mamá y tú me dieron una familia real, yo no sé de más padres que ustedes, soy inmensamente feliz y agradecida de tenerlos.

— Nunca pensé tener tanto papá ¿No lo estoy valorando verdad? — me pregunta con sus ojos color miel.

— No solo valoras tu vida y a tu familia si no también a cada persona que has ayudado rescatandola de los infiernos, tu fuiste mi redención.

— ¿Yo?

— Si, tu. Cuando Ian nació yo sentí que tenía el mundo en mis manos, mi hijo me daba la fortaleza de regresar de Ghana porque yo no estuve en su nacimiento — recuerdo con pesar esas épocas.

— Tu madre, mis nietos y tu han sido mi redención al egoísmo en el que en mi juventud tenía, yo entiendo a Evans más que nada y aunque nunca se lo decía me daba miedo que fuera como yo, vacío y dedicado solo a la milicia como tanto tiempo lo hice yo, mi egoísmo hizo infeliz a la madre de Ian, una gran mujer a la que ame pero nunca le di la importancia que ella requería.

— ¿Es por eso que en algún momento la relación entre Ian y tú no era la mejor?

— Así es, yo no ví nacer a mi hijo, me perdí sus primeros pasos, le costó mucho aprender a llamarme papá, mi esposa murió en un atentado que era para mí y ese día entendí que todos estamos prestados en el mundo, que mi hijo ya no tenía una madre, que yo ya no tenía una esposa y el tenía razón, no hice feliz a su madre como merecía por mi necesidad de ser lo mejor del ejército.

— Gane y perdí dolorosamente muchos años y es por eso que el día en que el coronel se metió a la misión que le cambio la vida, mi hijo no me quería decir que estaban a punto de fusilarlo por "traición".

— Pero Ian te quiere, papá

— Y yo lo adoro, es mi hijo pero lo entiendo, yo fui muy duro con el, no sabía cómo ser padre si no solo militar, mi apellido tenía que prevalecer y el siempre decía que por su lado lo olvidará, que tenga más hijos, que haga lo que siempre hacía alejándome y el manejaría su vida como quisiera — suspiro al recordar aquellas épocas.

— Afortunadamente Abigail llegó a su vida, mi hijo conoció el verdadero amor y me hizo el hombre más feliz y orgulloso cuando además de sus títulos dejo todo por amor y sus hijos, el siempre ha tenido más pantalones que yo e hizo los sacrificios que lo hacen feliz como yo no lo hice, fui un mal padre.

— No es verdad — escuchamos la voz de mi hijo que interrumpe.

— El Titán

— Y el hombre que se enamoro de la milicia por su padre — escucho a mi hijo.

— Tu un militar en todo su esplendor y yo un rebelde que es verdad, le hacía falta su padre y su madre pero a tu manera me inculcaste el amor por el ejército, estando en el campo de batalla entendí lo sacrificado de tu labor.

— Deje a mi familia por el ejército.

— Y salvaste millones de vidas, cuándo me enamoré entendí que no quería estar lejos de mi familia y eso fue gracias a ti, yo me había rendido a pesar del amor de Aby pero por traición sabíamos lo que venía, mi muerte y fue ahí cuando el intachable Reece Black apareció destrozando a su superior, por salvarle la vida a su hijo.

— Mi enorme hijo — siento que me pican los ojos cuando Zeffa le estiende la mano a Ian y el la toma con cariño.

— No se arrepientan de las decisiones que tomaron porque todas nos han traído a dónde estamos, tu me diste la vida dos veces papá.

— A mi también — dice mi hija

— Nos has dado vida y valentía papá, yo nunca creí que un hombre me podría querer tanto como tú lo haces, jamás pensé que un hombre mayor podría ser bueno sin querer algo a cambio, si tuviste errores supiste remediarlos porque tú familia está por encima de todo.

— Y es por eso que ninguno de ustedes, mis hijos debe cuestionar jamás las decisiones que los hacen felices, ¿Son felices?

— ¡Si! — responden al mismo tiempo llenandome de orgullo y emoción.

— Eres el mejor papá y queremos ser tan buenos como tú

— Son mejores que yo — nos abrazamos los 3 sintiendo que soy más grande que antes y la llegada de Antonella nos hace reír sin parar.

— He ahí todo nuestro legado y felicidad por eso nunca se arrepientan de lo que les haga feliz.

Mis medallas más preciadas en la vida, mis hijos.

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