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¿Por qué no estás lista? –Valentina pregunta confundida al ver que su mamá se encuentra desayunando con tranquilidad y aún lleva una bata–

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¿Por qué no estás lista? –Valentina pregunta confundida al ver que su mamá se encuentra desayunando con tranquilidad y aún lleva una bata–

Mi niña, buenos días. –Rosario la saluda con una sonrisa– Ya no vamos a ningún lado, olvidaremos la denuncia.

–La joven cruza los brazos para nada contenta con la noticia– ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

Los dos muchachos vinieron hace algunos minutos a pedirme disculpas. Fue todo un malentendido. –Rosario le explica con tranquilidad y evita mencionar al hermano mayor–

–Valentina ríe irónica al entender la situación. Conoce perfectamente a su mamá y sabe que algo la hizo cambiar de opinión– Claro, vinieron con el joven que te dejo encantada, ¿no?

¿Otra vez con lo mismo? Ya te lo dije, no me fijo en niñitos  –Rosario deja de sonreír ante las acusaciones– Y no, ese muchacho no vino.

¿Estás segura? –Pregunta con una sonrisa burlón–

Muy segura, Valentina. Si cambié de opinión es porque esos dos muchachos resultaron siendo hijos de Juan Reyes. –Le explica con tranquilidad– Ahora vamos a dejar ese tema por la paz. ¿Entendido? –Le ordena con firmeza–

Está bien, cómo quieras. –Dice con aburrimiento y le da la espalda para regresar a su habitación, pero la voz de Rosario la hace detenerse–

Sientate hija, tengo noticias.

–Valentina la mira confundida y se sienta en una de las sillas– ¿Qué pasa?

Hoy es un día increíble, voy a abrir el bar Alcalá –Rosario le da la noticia con una sonrisa–

Felicidades mamá, me alegra que por fin vas a hacer tu sueño realidad. –La felicita con una sonrisa–

Y quiero que me ayudes con las coreografias y los vestuarios –Le cuenta sus planes con emoción– vas a trabajar juntos con Panchita.

¿También puedo presentarme contigo? Sería increíble vernos a las dos cantando y bailando en el escenario –Le da esa idea con emoción. Desde niña siempre ha sonado con estar en un escenario–

–La sonrisa de Rosario cambia a una mueca– Me encantaría hija, pero te opacaria en el escenario y eso no es justo para ti mi niña.

No te preocupes, puedo presentarme sola. –Mantiene su sonrisa e idea con firmeza– Por algo tengo los estudios y el talento necesario.

No Valentina, no vas a presentarte conmigo ni sin mi –Rosario dice con un repentino enfado–

¿Por qué te enojas mamá? –Pregunta confundida y se levanta de la silla–

Sabes que no me gusta que me lleven la contraria, no te vas a presentar y punto. –Ordena mientras golpea la mesa–

¿Por qué siempre tienes que actuar como adolescente? Podemos hablar civilizadamente –Valentina le pregunta mientras agarra las llaves de su convertible–

Pasión de gavilanes ² || Andrés Reyes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora