I. Cuento de Una Pequeña Alma Adolorida.

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¿Puede alguien escuchar la voz? Aquella que se incrusta en mi garganta, la que no se detiene en mi cabeza o la que abandona mis labios cada día.

Había una vez, entre cuatro paredes, muebles, ropa y basura, una pequeña alma adolorida. Todos veían, oían y hablaban, y aunque ella lo hacía también, había veces que sentía que nadie la veía u oía; pero, ¿Podría alguien realmente notar la pequeña alma adolorida?
Cuatro paredes que albergaban un mundo, que aunque no era bueno o lo deseado, se sentía seguro.
Muebles donde se guardaban recuerdos, risas, lágrimas y deseos.
Ropa que la representaba: ordenada, tirada, sucia y a veces sin sentido.
Basura que se acumulaba a sus alrededores, cubriendo más que el suelo frío que pisa con temor.
Y una pequeña alma adolorida que se pregunta cada día: ¿Por qué está adolorida?

Lo relato así porque he leído, escuchado y contando cuentos donde el “Había una vez" tiene un final feliz, y aunque se que los cuentos son cuentos, y no hay fantasía, magia, héroes, príncipes, princesas o un final feliz pues esta es la realidad. Pero, algunos cuentos son historias reales y trágicas, modificadas para llenarlas de magia que incentiva la imaginación e impulsan a seguir los sueños. Entonces, los cuentos son cuentos porque son fáciles de contar, y algún día, alguien los entenderá y descubrirá la que hay más haya.

Y con esto, tras decirlo, demostrarlo y plasmarlo, ¿ Puede alguien escuchar la voz? Aquella que se incrusta en mi garganta, la que no se detiene en mi cabeza o la que abandona mis labios cada día.
Entonces, donde el “había una vez” se desvanece y muestra la realidad. Porque las cuatro paredes son una habitación donde si hay muebles, ropa, basura y un alma adolorida. Y dicen, que el como es tu cuarto es la representación de tu interior, así que los muebles albergan cada fragmento que conforma el ser, experiencias y expectativas que te harán decaer y crecer, la ropa no es más que el carácter y temperamento que conforman una personalidad frágil que busca abrazarse para proteger, y la basura son aquellos pensamientos y sucesos que cuesta tanto desechar, incluso si sabes que te hará tropezar. Y la pequeña alma adolorida si es la protagonista real de esta historia, que aunque se pregunta el porque de su dolor, al adentrarse en esas cuatro paredes, que son su mente, y que sabe no es el mejor lugar por lo que alberga, sigue pareciendo un lugar mejor que el exterior; escucha su propia voz y entiende el porque es una pequeña alma adolorida.

En un mundo donde todos ven, oyen y hablan, es eso lo que la lastima.
Porque ven lo que quieren ver, oyen lo que quieren oír y hablan lo que quieren hablar. Pero, ¿quién nota su dolor, escucha sus gritos y le hace saber que puede no ser un alma adolorida?

Entonces, ¿lo entiendes?

Porque el mundo dirá que nunca habló, gritó o susurró. Pero mil veces pidió que su voz fuera escuchada, aunque nunca fue suficiente. ¿Lo entiendes? La voz que se queda en tu garganta porque hay tanto que decir y que no puedes decir, o no sabes como hacerlo, el nudo formado que siempre está ahí. La voz que te persigue y no es nada más que tú propia voz, bombardeando día y noche con una o mil cosas que podrían o no tener sentido. La forma en que te mueves por la vida y el entorno te escucha pero, aún así, en realidad no te escucha. Porque el don de un alma adolorida es ese; solo es un alma adolorida, oculta.
Así que, algunos cuentos son historias reales y trágicas, que algún día fueron entendidos. Una pequeña alma adolorida es una realidad, que ha tomado sus fragmentos y creado un cuento, del cual, su “Había una vez", algún día alguien entenderá.

Y su voz tal vez ya no será, ni ocultara dolor.

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