Noche soltera, a través de una ventana abierta y luces blancas intermitentes.
Un gran equipaje, lleno de cosas perecederas, como manteca y queso.Busco un secreto entre las aceras. Un vehículo particular, del cual creo tengo conocimiento personal. Aunque nada me garantiza que sea aquel que me han permitido descubrir.
Azul es su color. Quién sabra si son sus manos la que toman el volante... Yo por lo menos lo desconozco, pero me gusta la aventura de imaginar que justamente aquel auto lo sea.Hablo de ese amor que ha hecho sucumbir todos mis sentidos.
Hablo de esa rosa inaudita que casualmente encontré hace ya unos más de 400 días.Que increíble fue descubrir aquella flor. Fue un sueño y hoy estoy preso de sus sonrisas, tan lejanas.
Me enamoré de casualidad. Y ahora, en cada viaje la busco, sin saber si será ella la que un día conduzca aquel corcel azul.
La noche continúa, y el viaje persiste, mientras las palabras se suceden.
Me di cuenta que de tanto escribir y pensar las palabras adecuadas, me olvide de mirar por la ventana, justo cuando cruzaba esas aceras que creía eran su posible lugar.
Ahora ya ha quedado atrás, pero hay otra noche mañana.