Soy un hombre aburrido, solitario. Con miles de errores en mi haber. Camino por calles circulares, que vuelven al mismo lugar.
Los autos van y vienen, como yo.
Somos todos los mismos en esta ciudad.
Hoy llueve, mañana no.
Hoy dejo la vida en los pasos inciertos, y algunos vecinos creen que salgo a correr.No sé dónde mi casa está ahora.
Sé que en esta circunferencia no.
Pero miro la pantalla de un celular viejo, que no consta de inteligencia artificial. Miro la hora. Las 14:34.
El cielo despejado, algunas nubes.
A lo lejos la tormenta se aproxima lentamente, muy lentamente.
Escucho algunos grillos.Es la hora de la siesta. Y hay pocos sonidos. Mis pasos. Los grillos, y los autos.
Doy más vueltas, junto a todo lo demás.¿Qué año es?
No sé. Creo que lo olvidé.
He escuchado a algunos niños murmurar acerca de un fantasma que vive en esta rotonda. Cada tanto se siente el frío de su pasar. Y los niños se emocionan.
Los adultos lo comentan cada tanto, disimulando su creencia en esas cosas.
Una señora loca ha levantado un altar pequeño, para calmar al espíritu perdido. Hoy pasé por allí, y dejé una moneda. Por lo visto desconocen su nombre, y no hay foto para reconocerle.
Nadie sabe como ha llegado allí, ni cuando fue que falleció.Pasan días, y ahora todos discuten por la moneda aparecida. Dicen que esa moneda ha salido de circulación desde hace tantos años. Yo los miro, estando entre ellos, confundido. Estoy seguro de haber usado algunas para comprarme cigarrillos antes de llegar a la rotonda.
Pero mi memoria es algo extraña... No sabría decir si fue la semana pasada, o la anterior.
Sigo mi camino, y los transeúntes siguen conversando entre ellos.
Dos pasaron muy cerca de mí, y han comentado sentir un escalofrío. El fantasma debe de estar cerca de nosotros.