Kaveh

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Despertaba en la mañana, solo, sin nadie a mi alrededor. Tremendo susto me llevé cuando descubrí que no se trataba de mi habitación. Probablemente estarás muy molesto y me echarás la bronca sin más en cuanto pase por esa puerta. 

Mientras me sumía en mis pensamientos, pasaban los minutos, pero sabía perfectamente que esto era solo cuestión de tiempo y que alargarlo no serviría de mucho. Al final terminaba levantándome y dándome una ducha mientras que al parecer tú no estabas. Supuse que habías salido por algo de trabajo y que probablemente no volverías temprano. Así fue, llegaba el mediodía y no aparecías, aunque tampoco esque importara mucho, aún así me hubiera gustado ver tu cara al menos. 

Mientras me hundía en mis penosos pensamientos, un mensaje llegaba a mi teléfono, el cual parecía estar casi sin batería. 

"Voy a necesitar ayuda. Espero que no te importe acompañarme. " 

Collei... Era extraño que ella me lo pidiera, pero no tenía ningún motivo para negarme, ya que ella desde un principio se ofreció a no beber nada y llevarnos de vuelta la noche anterior, por lo que simplemente accedía a su petición. 

Rato más tarde, llegaban Collei acompañada de Cyno y Tignari. Al parecer estaban bien, aunque si mal no recuerdo creo que el segundo bebió, y poco después se quedaba dormido. Al preguntar que tal se encontraba, él aseguraba que estaba bien, aunque algo en su cara, me decía que no del todo. Al final le quitaba importancia y pedía entrar al baño para marcharnos poco después, y recoger unas cosas en otro lugar. Minutos más tarde recordaba que dejé tanto mi teléfono como mis llaves en casa. Menudo desastre, esperaba que para entonces estuvieras de vuelta, de todas formas, Cyno siempre podría contactar contigo para que al menos supiera si ibas o no a estar. 

Tiempo después, tomábamos bastantes cosas, al parecer tanto Collei como Amber tomarían el tren para hacer un pequeño viaje, pero como siempre sus equipajes eran enormes, y demasiados. Si tuviera que acertar el tiempo que tardarían en volver, diría que probablemente se van un mínimo de dos semanas o quizás un mes, pero tan solo se marcharían cuatro días, que barbaridad. 

Nos despedimos mientras miraba con anhelo y me preguntaba si me marchara de aquí, en ese mismo momento, qué harías, cómo te sentirías, si pensarías en mi, si querrías que volviera, muchos pensamientos juntos y demasiados quizás, pero ninguna respuesta, aunque no tenía sentido el preguntarme tanto cuando yo era el único que podría responderme. Eso no me servía. Debía decidirme a hacerlo, incluso aunque el miedo me paralizara, aunque me odiaras después de ello, o incluso aunque ya no quisieras verme nunca más. 

Mediante mi mente vagaba, me daba cuenta de que estaba solo, ni Cyno ni Tignari estaban cerca, y yo seguía mirando al horizonte a través de los grandes ventanales de cristal. Suspiraba y negaba, ya era hora de dejar de pensar y volver a casa, probablemente tú ya lo habrías hecho, así que más valía no quedarme hasta tarde, o no habría forma de entrar. 

Me giré para irme, pero... debía ser una broma o algo por el estilo...

- Al... - seguía sin creer que estuvieras allí, era extraño, ¿por qué habías venido?, y aún más, ¿por qué tenías esa expresión de desesperación y tristeza? - qué haces aquí. - 

- Pensabas irte sin siquiera despedirte... - ¿qué?... por qué me preguntabas aquello.

- Al, yo no... - 

- Pensé que después de todo este tiempo al menos me avisarías directamente. - Mediante avanzaban estas palabras tu semblante mostraba tu enfado. 

- Qué... qué quieres decir. Si tan solo vine a... - Esa situación se volvía de lo más extraña. Seguía preguntándome por qué estabas allí y tan enfadado. Tanto te molestaba que hubiera salido...

- Cállate. - Me interrumpías y agarrabas mi muñeca con fuerza mientras tirabas de ella, haciendo que te acompañara a la fuerza hasta el coche. 

- Espera, Al... - No me escuchabas, tan solo te mantenías firme mientras me obligabas a entrar al vehículo. - Al, escucha. - 

- No tengo nada que escuchar, tan solo permanece en silencio hasta que lleguemos. - En ese momento me daba por vencido, era imposible razonar contigo. Suspiraba y terminaba por mirar con tristeza la calle que íbamos dejando atrás. Mediante pasábamos los diferentes tramos, me daba cuenta de que no nos dirigíamos a nuestro hogar. A dónde me llevabas.
Tiempo después, el mar... Hacía cuanto no veníamos, era hermoso y relajante ver el paisaje y escuchar aquellos sonidos. 

Llegamos a los aparcamientos de lo que parecía una zona para comer desde la cual se podía acceder a la playa, en aquel momento no había nadie. Paraste el vehículo y saliste del mismo, te dirigiste hasta la puerta del copiloto y la abriste para que yo saliera. Fue muy caballeroso de tu parte, aunque innecesario. No soy una dama, y mucho menos débil, pero ya que más daba. Salí y observé a lo lejos como las olas rompían en la playa y la brisa era agradable, aún cuando la luz del sol ya iba marchándose y el cielo se estaba nublando.
Empezaste a caminar mientras seguías con la misma expresión de antes. Yo seguía sin entender que te ocurría y en qué pensabas.
- Al. - al final me aventuraba a llamarte en mitad del lugar. - Por qué me has traído aquí. - te preguntaba tranquilamente. Era tan extraño tu comportamiento.
- Pensé que este lugar te gustaba. - contestabas. Me sorprendía que hicieras eso, pero lo cierto es que si, me gustaba el conjunto, y más compartirlo contigo. Ya era hora de hacer que el tiempo se moviera.
- Al... - las palabras no salían de mi boca, se quedaban en mi garganta atrapadas, el miedo volvía a brotar de la nada y me hacía callar, pero no, no me dejaría vencer esta vez. - Al. - volvía a llamarte para que me miraras, cosa que al parecer resultaba. Te miraba a los ojos y un tanto desesperado... - Quiero ser sincero contigo. Todo este tiempo, podría haberme ido de donde vivimos, pero no lo hice. Quería estar allí. Estar contigo. - Para entonces mi corazón latía a mil por hora, y tú ni siquiera respondías, yo apartaba la mirada, no podía, no era capaz de encarar tu respuesta, pero necesitaba escucharla alto y claro. Deseaba tanto besarte en ese momento, pero no sabía si tú lo aceptarías o me golpearías, aunque ya puestos, no iba a echarme hacia atrás. Me acerqué hacia ti, tomé tu rostro entre mis manos, y te besé. Cerré mis ojos para poder sentirlo mejor, pero lo hice corto. No quería tentar la suerte contigo.

AñoranzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora