Tres Reinos...
Reino de Busan, creador principal de la joyería más valiosa de todos los tiempos.
Reino de Seúl, exportador principal de los alimentos y granos básicos.
Reino de Daegu... El principal y líder. Creador de las leyes y reglas que deben s...
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Jimin fue subido a un carruaje diferente al del Rey.
Vió cuando el Rey subió a un carruaje en color negro y él subió a un carruaje diferente, pues era blanco. Le dieron una manta para poner sobre sus piernas y pronto este mismo carruaje comenzó avanzar.
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El Omega comenzó a ver cómo el castillo en el que pasó encerrado toda su vida, comenzó alejarse de su vista. Sintió un enorme dolor y vacío en su corazón cuando ya no lo vió más.
Bajo la mirada hasta sus manos lastimadas y entonces sus lágrimas silenciosas dieron inicio. Unas que siempre lo han acompañado desde que tiene uso de razón.
Sintió dolor al saber que no volvería a ver a su adorado hermano. Sintió tristeza y solo deseo que los años pasarán pronto para que su padre el Rey Joong-Hoon le ceda el trono a Seokjin y él pueda casarse con Namjoon para poder ser felices.
Sus mejillas se bañaron en lágrimas. Jamás hacía ruido al llorar y en esta ocasión tampoco sería la excepción. Pues prefiere sufrir en silencio y no causarle problemas a nadie.
Se mantuvo así por largos minutos, hasta que sus lágrimas se calmaron y solo observaba el avanzar del carruaje por senderos que jamás había visto. Todo era nuevo para él, pues jamás había salido del Castillo, era la primera vez.
Pasó demasiado tiempo para su gusto, sentía que el recorrido era eterno y que jamás llegaban hasta que el carruaje se detuvo y el guardia real del Rey se acercó y subió al carruaje de Jimin.
- ¿Ya llegamos? - Pregunto el Omega.
- Aún no príncipe. Quedan algunas horas - Dijo el guardia.
- Entonces... ¿Por qué nos detenemos? - Pregunto con curiosidad.
- Nos desviaremos del camino principe. Lo llevaremos al Palacio Yoon. Del que el Rey es dueño, permanecerá ahí durante una semana hasta que los golpes en su cuerpo desaparezcan - Explicó el guardía.
Jimin bajo sus manitas y las vió demasiado moradas y entendió a lo que él guardia se refería. Asintió lentamente, aceptando las indicaciones.
