Cap 7

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Dylan sinceramente no sabía que hizo Elena, en frente de él habían líneas hechas con arena, no tenian forma o alguna figura en particular, solo eran finas líneas decoradas con pequeñas piedras y caracolas que hacían un camino que se perdía luego entre los demás.

en sus manos la chica sostenía las flores de lavanda, pero estás estaban con un pequeño lazo blanco el encaje de la tela le daba un toque delicado al ramo. - ¿que estás haciendo?- pregunto el castaño.-ouh, pues es una especie de tradición, me gusta llamarle de esa forma- dijo la pelinegra.

-¿tradicion?- indagó con curiosidad

-me gusta llamarlo a si, realmente no es la gran cosa, solo reúno cosas que me recuerden a mi madre -sonrió con nostalgia-a mamá le encantaba el mar, le gustaba sentarse y simplemente escuchar el sonido de las olas, siempre me hacía accesorios con pequeñas caracolas que encontraba-suelta una risilla- las leyendas sobre el océano eran sus favoritas, aunque tenía una historia en particular que siempre contaba, la narraba como si realmente ella estuviera metida en el papel.

Dylan la escuchaba atentamente dejando que la pelinegra hablara, el no era tan bueno para mantener una plática a si que agradecía que Elena fuera más fluida al momento de expresarse. Ya la noche había caído y el calor de la fogata hacia que el frío no se sintiera, manteniendo un ambiente cálido y acogedor, el aroma de la lavanda dejaba sus cuerpos relajados y sus extremidades flácidas.

Al cabo de unos segundos dejo de escuchar su voz y todo se sumergió en un silencio, la chica simplemente pareció estar sumergida en algún recuerdo, ella comía fresas de ves en cuando ofreciéndole en el proceso. Dylan aceptaba la fruta que le era ofrecida, suponía que ahora el debía compartir algo, elena se estaba abriendo y creyó que podía compartir algo pequeño con ella. -yo- hizo una leve pausa- realmente no recuerdo alguna cosa importante que haya pasado con mis padres- sus ojos quedaron fijos en una de las brazas del fuego- tuve una infancia normal sin muchos problemas- mentiroso, una pequeña voz hizo eco en su cabeza- siempre me he esforzado en todo lo que hago y trato de no cometer fallas en el proceso- su voz se iba apagando- trato de dar lo mejor de mi, se supone que siempre debe ser a si- mordía con fuerza su mejilla interior haciéndola sangrar un poco- pero....no se si listo estoy para todo lo que ellos esperan de mi.

No supo en qué momento su mente comenzó a divagar entre recuerdos de hace mucho, unos brazos que lo rodearon fueron los que lo trajeron de nuevo a ala realidad-tranquilo Dylan - se separa un poco y toma sus manos- no debes de presionarte demas- la pelinegra fue interrumpida por un par de gritos.

-¡Dylan!- el nombrado se dió la vuelta y se topo con un par de brazos- ¡dios, ¡Hijo¡ tu padre y yo estábamos preocupados cariño- su madre lo tomo de su cara y comenzó a acariciar sus mejillas, pero inmediatamente supo que detrás de ese gesto de cariño estaba una bestia que solo estaba esperando el momento preciso para herir.
-¿como de te ocurre desaparecer a si? No sabes que es peligroso- el hombre llegó a su lado mientras lo "regañaba" como cualquier padre, el más pequeño intento explicarse pero supo que tenía que guardar silencio al sentir otra vez como su mamá lo abraza pero está vez su agarré se apretó en una clara advertencia, te mueves y ella muere, fueron las palabras que susurro Edward a su odio.

-disculpen-interrumpio la pelinegra- yo soy Elena, estos dos días e compartido con Dylan y- Edward no la dejo terminar- muchas gracias por protegerlo su madre y yo estábamos muy preocupados, pensábamos que se había perdido en el bosque-tomo posición al lado de su esposa para tomar a Dylan por los hombros y ponerlo delante de el- es nuestro único hijo y no queremos que nada le pase a nuestro niño-el castaño sentía como una mirada caía sobre el, no de cariño, está era fría como si realmente no sintiera nada hacia su persona.

𝐸𝓈𝓅𝓊𝓂𝒾𝓉𝒶 𝒹𝑒𝓁 𝓂𝒶𝓇  ABDLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora