° Dimensiones, multiversos, mundos y eras diferentes, distintos escenarios que involucran a los mismos personajes.
° Colección de varias historias que desembocan en finales cruelmente reales, finales demasiado buenos como para ser felices o finales...
Era de noche, la luna y las estrellas adornaban el gélido ambiente. Los fríos copos de nieve caían en la sedosa piel de los personajes. El viento suave acariciaba con gentileza la punta de sus narices dejándolas de un color rojizo, al igual que sus oídos. Las luces de las farolas; apenas perceptibles, le brindaba al escenario un tono de soledad...una soledad de cierta manera acogedora.
Ambos se encontraban sentados en un banco de madera, el respaldar estába frío y lleno de nieve, pero eso parecía no importarles. Estában tan centrados en el tema de conversación, que pareciera estuvieran en su propia mundo. Fue que, de repente aquella conversación parecía tener un desenlace perfecto para estar en una novela. Duxo; un chico de cabellera negra y liza la cual reflejaba destellos en su pelo que parecían estrellas. Con ojos morados cuales amatistas y una sonrisa casi perfecta, era el protagonista de aquella narración, narración que iba acompañada de señas que emanaban el estado, el sentimiento que le provocaba contar esta historia. Aquino; un chico de mechas castañas con rizos definidos y suaves; brillantes cual chocolate, con ojos color avellana, y nariz roja gracias al clima, era el espectador, que con intriga escuchaba las palabras del contrario. Su mirada se perdía en el brillo del de ojos morados provocado por las farolas.
- Llegué y lo encontré en el sofá con otro y rápidamente me dijo su típico "No es nadie"- explicaba enojado el de mechas negras-
-¿De verdad?, ¿Y encima en tu casa?- respondía el castaño indignado
-Si...- respondió Duxo mientras soltaba un suspiro cansado- Le dije que para cuando yo hubiera llegado más le valía haberse ido-
-Yo sería mejor que él...-
Se dijo a sí mismo, o al menos eso creyó, ya que del otro lado pudo escuchar un:
-¿Qué?-
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Mayo, una temporada llena de vibrantes colores los cuales acompañan al lustroso sol que se oculta entre las pocas nubes que yacen en el cielo. El calor, el verano, un increíble momento para conocer gente nueva, salir con amigos o incluso moldear un nuevo tú. Estas épocas favorecían mucho al grupo de amigos, quiénes obtenían ciertos meses libres en su universidad para así gozar de las vacaciones de verano.
Saliendo de las últimas clases del día uno de los chicos propuso una idea para darle la bienvenida a sus días libres.
-¿Qué les parece si vamos a ese nuevo parque gigante que recién inauguraron en el centro?-
Todos voltearon a ver a Estailus, un chico de tez morena y ojos rojizos cual rubí, el cual, también, llevaba una patineta en su brazo; como si hubiera estado planificando su propuesta. Parecía una buena idea, además nadie tenía planeado hacer algo en esos momentos. Y así, casi al mismo tiempo, todos aceptaron la propuesta. Por suerte el centro no estába muy lejos de su ubicación actual, y aunque tuvieron que caminar (o patinar) un poco para tomar el bus que los dejara al frente de el parque, el trasporte les dió la bienvenida con asientos libres, así que el grupo pudo viajar tranquilo.
