No te abandonaré: Cap III

166 22 0
                                    

—Con maleta en mano, se preparó para dirigirse a la puerta principal y largarse de aquel lugar. Le dió la señal a Aquino y bajaron las escaleras con mucho cuidado, algunas crujían levemente y, cuando llegaban a los últimos escalones una luz entendiéndose desde una de las habitaciones los sorprendió; giraron la manija esperando que la puerta principal estuviera abierta y así sucedió, la misma se abrió, dejando entrar un leve aire frío y dándoles paso al exterior, mientras esto sucedía podían escuchar como alguien se acercaba al barandal de la escalera; Aquino y Duxo se apuraron, poniendo los pies en el césped húmedo y apresuraron el paso alejándose de esa casa, cuando voltearon observaron a Adam con un arma; reflejaba una expresión enojada, éste les apuntaba con intenciones de disparar, y así lo hizo, unos segundos después podían escuchar el estruendoso sonido de los proyectiles, para que después, una de éstas, atravesara el hombro de Aquino haciendo asustar al pelinegro, sabía que no lo podían matar si no le daban en la cabeza pero no se iba a arriesgar, en un acto desenfrenado, el pelinegro lo empujó, ocasionando que ambos perdieran el equilibrio arrastrándolos por un camino empinado, cayeron hasta terminar al borde de un río poco caudaloso, el dúo se levantó, pero por la prisa, Duxo no se dió cuenta de una rama puntiaguda que sobresalía entre las piedras llenas de musgo, logrando asi clavársela entre el muslo, gritó de dolor alertando al castaño, quién trataba de ayudarlo sosteniendo su cuerpo para guiarlo lejos del peligro, esta acción le pareció muy extraña, ya que, parecía que el contrario tenía constancia de que su compañero estába herido, parecía tener conciencia.
—Mientras caminaban la herida chorreaba, dejando un camino con rastros y gotas de sangre, se aseguraron de que estában seguros para descansar y sentarse en unas piedras cercanas, Duxo, con algo de esfuerzo, alcanzó y abrió su maleta; que de milagro seguía con ellos, solo que estába algo mojada, sacó una venda, un jabón y unas telas, se arremango la pernera del pantalón, ahora roto, dejando expuesta la herida lacerante, con las telas hizo una especie de torniquete para cortar el paso de la misma y seguidamente agarró el jabón para remojarlo en el pequeño riachuelo que tenía a lado, para finalmente ponerselo en la herida; ardía y dolía pero sabía que esto era necesario para desinfectar, poco a poco se fue acostumbrando a esa sensación y continuó haciendo lo que sabía. Con la herida desinfectada y la sangre coagulando era hora de poner la venda, y así lo hizo. Cuando por fin quedó armada, el dúo comenzó a adentrarse más en el bosque.

—Retornando al presente, Duxo no se podía ubicar, todo eran árboles y maleza, tenían que llegar a un lugar alto para poder saber dónde estában o al menos, intuirlo con ayuda del mapa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Retornando al presente, Duxo no se podía ubicar, todo eran árboles y maleza, tenían que llegar a un lugar alto para poder saber dónde estában o al menos, intuirlo con ayuda del mapa. El paso era lento, ya que, con la pierna mala de Duxo subir las cuestas y pasar los caminos de roca eran una tortura.
—El ocaso se hacía presente y era hermoso, pero tenían que buscar un refugio de prisa, pues estar en el bosque a oscuras, desprotegidos y con uno de ellos herido no era una buena idea, para su suerte, ambos encontraron una roca enorme que tenía un pedazo sobresaliente que hacía de techo. El dúo se apresuró al lugar, reunieron palos y hierva seca con la intención de hacer una fogata, pues, el frío comenzaba a hacerse presente, y así de rápido como comenzó el día, se hizo de noche.
—Ambos estában sentados frente al fuego, recibiendo su calor al extender las manos, tenían hambre y el pelinegro tenía sueño, cualquier sonido era una señal de alerta, pues no querían encontrarse con todos los enemigos de ahí afuera, el castaño parecía comprender la inquietud de su acompañante y decidió acercarse más, invitándolo a recargar la cabeza en su hombro; tal y como Duxo a veces lo hacía, pero esta vez los papeles se invertían. El pelinegro observó esto, y estába casi seguro de que esa actitud era de un humano cuerdo, pero gracias al sueño no sabía distinguir si era real o simplemente ya estaba alucinando, de cualquier manera hizo caso, y se apoyó quedándose dormido; el castaño se quedó despierto toda la noche en modo vigilante, observando cada movimiento, y escuchando cada sonido.
—Un nuevo día comenzaba y se levantaban con el sonido de los pájaros que cantaban en un tono tenue, seguido de un cielo gris. El ambiente era frío, y ninguno de los dos querían moverse de la posición en la que estában, ya que ambos recibían el calor del otro, Duxo giró su mirada para ver al castaño y darse cuenta que uno de sus ojos ya no era gris, sino al contrario, ahora tenia color; su color miel original, no sabía el por que de esa situación pero al observar mejor su rostro podía ver como su piel no era color verde podrida como los demás, mas bien, era de un color verde pálido lo que le daba una buena corazonada. Poco después reaccionó avergonzado al darse cuenta de lo mucho que se tardó admirando al contrario, entonces decidió levantarse para poder comenzar con la jornada.
—Los días pasaban y Duxo ya se sentía mejor de la pierna; la herida ya estába cicatrizando. Los chicos habían logrado establecerse en los restos de una pequeña cabaña que encontraron por el bosque, se abastecían de alimento gracias al pelinegro, que con su arco conseguía comida, cazando pequeños conejos o aves, y si tenían suerte, podían disfrutar de pequeños venados que se atravesaban, se separaban de su madre o simplemente se hallaban solos. Obviamente, para no sufrir de alguna intoxicación, Duxo fabricaba una fogata y cocinaba los pedazos de carne cruda para poderlos degustar sin peligro. En sus recorridos, al perseguir las presas, el pelinegro había descubierto un camino de tierra que parecía llevarlo a alguna parte, pero nunca se atrevió a seguirlo solo; hoy eso iba a cambiar.
—Concluyendo con su comida se dirigió hacia el castaño para explicarle el plan.—No nos podemos quedar toda la vida aquí, tenemos que seguir por ese camino— dijo con potestad mientras señalaba la ruta, el contrario solo asintió para seguirlo, y con pasos firmes se aproximaron al destino.

𒆜We'll meet Again ...𒆜  (DUXINO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora