02: "uruguayo"

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No había nadie en el cuarto, solamente Vicky, la cual estaba tirada en su cama mirando al techo. Realmente quería hacer que todo estaba bien pero se reemplanteaba la decisión de quedarse en la casa. El cansancio le ganaba.

Ya de por sí ella dormía mucho, pero ayer a la noche, para colmo, además de quedarse hasta tarde en el comedor, algunas chicas del cuarto decidieron hablar toda la noche. Y como Victoria era una persona muy social, no pensó en las consecuencias y se quedó contando toda su vida.

Si llegaba a levantarse con muchas ojeras y la cara muy horrible, iba a matar a alguien.

Dio alguna que otra vuelta más en la cama cuando sintió un almohadón pegandole en la cabeza. No le dolió, pero le molestó mirar a los costados y no ver a nadie, solo la puerta abierta. Algún gracioso había querido hacerle una broma.

Por lo menos, ese impacto la hizo entrar en razón, literalmente tirada así como una morsa quedaba como una vaga, y todo el país la estaba viendo.

Fue ahí cuando tuvo que levantarse, agarrar un short, un top y su neceser y llevar todo para el baño. Hizo sus necesidades, se cambió y después salió para lavarse la cara, los dientes y peinarse. Necesitaba una planchita de pelo urgente.

Cuando se dio vuelta para ir a desayunar se encontró a Nico saliendo de la habitación de chicas.

-Buen día Vicky, justo te vine a buscar- dijo

-Holaa- empezaron a caminar por el pasillito- ay posta? Que vergüenza. Soy la última?- pregunto preocupada. Mañana todos la iban a nominar si no ayudaba en la casa y dormía todo el día.

-No tranqui boluda, algunos se despertaron hace media hora, como yo por ejemplo

-Ah bue, zafe entonces- los dos se rieron- buen dia a todos- dijo Vicky cuando llegaron al comedor. Recibió respuestas de los presentes y junto a Nico se sentaron en las sillas de ahi- desayunaste?- le preguntó al pelinegro.

-No, queres que haga algo para los dos?- se ofreció.

-No no, tranqui Nico, yo hago. Te pintan unas tostadas y un café con leche?- se paró de la silla.

-Si dale Vicky, gracias.

A Vicky no le gustaba desayunar, para nada. Más por el hecho de que no estaba acostumbrada porque comúnmente se levantaba tarde. Pero ahora iba a tener que adaptarse.

Buscaba donde estaban las tazas cuando el chico morocho de ayer abrió un mueble y se las mostró.

-Gracias- le sonrió por más de que ayer la haya molestado un poco.

Tenía un problema, ni siquiera se acordaba el nombre. No tenía ni la más pálida idea. Se acordaba el nombre solo de la mitad de la casa.

El chico se le quedó al lado mirando como hacia el café.

𝐃𝐈𝐀𝐁𝐋𝐈𝐓𝐀 - Alan Simone / Bautista Mascia  PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora