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Juanjo y Naiara llegaron por fin a la estación Delicias en Zaragoza. Están cansados pero por lo menos estuvieron bien acompañados entre ellos, pasaron el viaje entre risas, cotilleos y conversaciones interesantes.

Salieron del tren y se dirigieron hacia la salida, donde que ven de lejos una multitud enorme de gente con una pancarta de tres metros con la cara de Juanjo.

- Narilea, ¿estás viendo eso? -Chilló emocionado

- Hostia Juanjo, justo la discreción que pedía Noemí.

- Que me muero

Siguieron avanzando hasta reencontrarse por fin con sus familias. En la estación solo se escuchaban gritos de alegría y algún fan emocionado. Juanjo fue directo hacia su madre, a quien le dio un largo abrazo, el cual necesitaba.

- Cariño mío qué alegría verte por fin

- Ay mamá, qué fuerte todo esto, qué ganas tenía de verte, bueno, de veros a todos

Siguió saludando a cada uno de sus familiares. Por otro lado, estaba Naiara saludando a su familia, la cual era menos numerosa.

- Oye, ya que han venido fans y todo podríais cantarnos una jota o algo, ¿no? -Sugirió el padre de Juanjo

Juanjo y Naiara se miraron y se rieron, preparados para cantar la Pulida Magallonera, causando sensación en toda la estación. 

Tras ese recibimiento tan intenso, las familias de Juanjo y Naiara se despidieron para ir cada uno a su respectivo pueblo.

La conversación en el coche de camino a casa iba bien, no tenía nada que ver con lo que tenía Juanjo en mente, no se sintió incómodo en ningún momento. Le transmitieron su apoyo, comentaron las actuaciones, los outfits, se rieron de algún momento que habían visto de Juanjo, le preguntaron por sus compañeros, hasta que llegó la pregunta más temida:

- Oye, y con Martín... ¿Muy bien, no? -Preguntó su madre

- Sí, bien -Respondió Juanjo sin saber muy bien por donde reconducir la conversación. -Igual que con Ruslana, Bea, Álvaro... Estoy contento con el grupo que tengo la verdad.

Su madre entendió que no era el momento para preguntarle por su relación con Martin, así que no preguntó más.

Al llegar a Magallón, saludó a prácticamente medio pueblo y se pasó por varias casas a hacer visitas. A la hora de comer por fin llegó a su casa y se tumbó en su cama. Había pasado solo un mes desde que entró a la academia, pero sentía que todo había cambiado.

Alguien llamó a su puerta, era su madre.

- En cinco minutos está lista la comida, para que vayas bajando.

Juanjo asintió. Justo antes de que su madre cerrara la puerta, decidió que tenía que hablar con ella. No podía más con esta presión.

- Mamá, espera, siéntate aquí un rato, porfa.

Su madre entró y se sentó en su cama, a su lado, esperando lo que fuera que le tuviera que contar su hijo.

- Bueno, antes me preguntaste por Martin y no te di muchos detalles, la verdad. -Juanjo se estaba empezando a poner un poco nervioso, pero quería acabar con esto de una vez por todas. -Y sí estamos bien, muy bien, de hecho, tenemos... Bueno, estamos...

Juanjo no sabía como decirlo, nunca se le habían dado bien estas situaciones. No le gustaba verse vulnerable o cursi ante los demás. 

- Juanjo, tranquilo, ya sé lo que pasa entre vosotros -Le reconfortó su madre. -¿Te crees que no conozco a mi propio hijo?

Juanjo asintió y miró hacia abajo. Se tapó la cara con ambas manos unos segundos, hasta que su madre volvió a hablar.

- Solo quiero que sepas que estamos todos muy orgullosos de ti, del concurso que estás haciendo, de cómo te muestras y de lo feliz que te vemos con Martin. -Su madre le agarró la mano. -Lo que queremos es eso, verte feliz, cumpliendo tus sueños y lo estás haciendo fantástico.

Madre e hijo se abrazaron en silencio.

- Gracias mamá -Dijo Juanjo intentando aguantarse las lágrimas. Su mayor miedo acababa de desaparecer en cuestión de segundos. Aunque todavía tenía que decírselo al resto de su familia, que su madre hubiera reaccionado de esa forma le tranquilizó completamente.

- No las des mi niño. Luego hablamos más tranquilos si te apetece, ¿vale? Y anda, baja a comer, que te hemos preparado unas pizzas caseras y luego vamos a la panadería por unas napolitanas.

Juanjo se rió y asintió.

- Por cierto, le he dado tu número a Martin, quedó en llamarme esta noche.

- Vale cariño, estaré pendiente.

Su madre salió de la habitación, y Juanjo fue al baño a lavarse la cara. 

Salió hacia el comedor, donde estaban su hermano, sus padres y sus tíos. 

- Juanjete, majo, tienes que estar reventado del viaje -Dijo su tío. -Entre eso y el coñazo que te hemos dado nosotros y el pueblo...

Juanjo se rió y le dio una palmada cariñosa en la espalda a su tío.

-  Tengo unas ganas de echarme una siesta después de comer... 

Durante la comida, Juanjo habló mucho de sus amigos de la academia: de Chiara, Ruslana, Álvaro, Bea. También hablaron de Denna, Omar, Suzete, lo mucho que se echaban en falta.

- Estoy muy contento con los amigos que he hecho, de verdad, tenéis que conocerlos a todos porque son increíbles. Están todos invitados a Magallón.

Juanjo y su madre se miraron y este se dio cuenta de que habló de todos sus compañeros menos el más especial para él en estos momentos.

- Bueno, y Martin... No sabéis el apoyo que está siendo para mí. Y quería contaros una cosa en relación a esto

Sus familiares le miraron y se hizo un silencio. No era un silencio incómodo, más bien, de prestarle completa atención.

- Lo voy a soltar directamente. Martin y yo estamos juntos .-Dijo completamente serio.

Hubo unos segundos de silencio tras su confesión, la cual era en realidad un secreto a voces.

- ¡Ole! -Exclamó su tía, levantándose de la mesa para abrazarle. Acto seguido, toda su familia estaba rodeándole y dándole su apoyo.

Juanjo no podía sentirse más aliviado y solo podía sonreír en ese momento.

- ¡Os quiero, a todos! -Respondió el jotero ante las muestras de cariño de su familia.

No podía creer que todo hubiera ido así de bien. Se había pasado días comiéndose la cabeza por miedos que solo existían en su cabeza. Tenía ganas de contárselo a Martin y escuchar su reacción.


Querido MartinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora