1. Necesito tiempo.

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Buenos Aires, Argentina.

Francesca.

No sé cómo, no sé cuando y no sé porqué, pero mis sentimientos hacia él se esfumaron.

Tres años de relación, tres de casados y ahora ya nada es igual, las cosas cambiaron y yo también cambié.

Desde hace tiempo que mis sentimientos por Alexander ya no son los mismos, que no me siento igual que antes estando a su lado, que todo con él me está confundiendo y no se si tomé la decisión correcta al casarme.

Ya no puedo seguir engañandolo a él y engañandome a mi misma, diciéndole que lo amo cuando ya no es así, seguir viviendo en la misma casa que fue mi hogar por años, hablando de formar una familia a futuro cuando toda la estabilidad que tenía ya no existe, al igual que mi amor por él.

Me duele esto, después de tantos años de amistad y gran parte siendo novios, ver como nuestra relación llega a su punto final, que ese futuro que soñamos juntos ya no está presente en mi y que ya no lo veo de la misma forma. Pero más me duele que yo fui la causante de destruir la felicidad de Alexander, de arruinar nuestros planes porque ya no quiero una visa junto a él, porque ya no lo veo como mi esposo y no sé si algún día volveré a verlo de la misma forma que antes.

Hace más de tres semanas que hablé con Alexander sobre lo que me está pasando con él, lo que desató una discusión interminable entre los dos. Y lo entendía, entendí su frustración, dolor y enojo hacia mi porque no es fácil pasar por algo así, pero no podía dejar que esa burbuja de amor siguiera creciendo cuando yo no quiero seguir en esa relación, que en estos últimos meses era una mentira.

Lo vi llorar pidiéndome que no me vaya, que no lo deje, diciéndome repetidas veces que me ama pero no pude responderle. Trató de deshacer mis maletas mientras me pedía que me quede con él, pero mi decisión estaba tomada y hasta el día de hoy la sigo manteniendo. De igual forma, mi corazón duele al haber lastimado al hombre que conozco desde que éramos niños y con el cual quería compartir mi vida.

Después de la ruptura volví a mi viejo departamento, el que antes era mi hogar, mi confort y una parte de mi se alegra de haber vuelto, de volver a mi vida de antes pero está vez con el corazón roto.

Ya nada es igual.

Unos golpes en la puerta se escuchan por toda la oficina. Ana, mi secretaria, aparece con nuevos documentos en las manos junto con su agenda al recibir el permiso de pasar. Me informa sobre las reuniones que tengo para el día de hoy y me deja los documentos que debo revisar.

— Y por último, su esposo me preguntó por usted. ¿Quiere que lo haga pasar ahora o más tarde? — Me pregunta Ana. La palabra "esposo" me sabe amarga, pero ella no sabe de nuestra ruptura, la mayoría de las personas que nos rodean no lo saben.

— Hacelo pasar ahora, por favor. — Tarde o temprano nos volveríamos a encontrar.

— Esta bien, señorita Novikov. — Asiente para luego retirarse.

Desde que me fui de la casa que compartíamos evité sus mensajes y llamadas que me llegaban cada hora, y aunque trabajamos en el mismo bufete logré evitarlo toda una semana pero ya no puedo hacerlo. No puedo seguir alargando este momento por más tiempo y los dos necesitábamos hablar las cosas con más claridad.

— ¿Seguís con esa estúpida idea de querer separarte? — Entra a la oficina sin golpear, con esa arrogancia que lo caracteriza, hablando en un tono prepotente.

— ¿Seguís con esa estúpida idea de que lo que me está pasando es mentira? — Contraataco. Si él me va a tratar de manera fría, yo también puedo hacerlo.

Tristeza de verano. | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora