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Jimin miró el reloj una vez más. Jungkook había llegado tarde la cita anterior también, así que trató de no preocuparse. Esperó paciente y justo cuando estaba a punto de convencerse de que lo habían dejado plantado, el agradable olor a pino del alfa se hizo presente.

—Jaemin, disculpa la tardanza, había olvidado que la cita era hoy.

El omega se desinfló un poquito. Él había memorizado cada nota del olor del contrario, pero este ni siquiera recordaba su nombre. Si el interés era algo difícil de ocultar, el desinterés lo era aún más.

—Soy Jimin.

—Claro, eso dije.

Frente a él, Jungkook se encogió de hombros, tomándole poca importancia. Se miraron a los ojos por unos incómodos segundos, y fue el alfa quien con una pequeña mueca de disgusto rompió el contacto y se dio media vuelta, encaminándose a la entrada del acuario.

Jimin sintió un escalofrío ante aquella mueca y antes de seguirlo se olisqueó discretamente. El olor de su perfume de vainilla era sutil, pero estaba ahí. Quizás a Jungkook le disgustaba la vainilla. Se sintió inseguro, pero forzándose a continuar, siguió al alfa, quien ya lo esperaba en la taquilla.

No hubo ningún indicio de que Jungkook quisiera pagar las entradas, pero eso era algo que él ya tenía cubierto, después de todo Jimin había sido quien lo había invitado y estaba en sus planes cubrir los gastos.

Sin embargo, si se arrepintió de la invitación una vez que ingresaron al acuario. Jungkook caminaba a pasos largos y rápidos, sin siquiera mirar las peceras y las distintas especies, parecía presuroso de largarse de ahí. Jimin trataba de seguirle el paso e iniciar una conversación, pero fracasaba en cada intento pues el alfa aceleraba en cuanto él lo alcanzaba.

Eventualmente descubrió que si caminaba más lento, Jungkook desaceleraría el paso también. Con tal de que no estuvieran tan cerca. Así que decidió caminar sin prisa y al menos tratar de disfrutar por sí mismo el paseo.

Estaba observando las peceras, perdido en sus pensamientos cuando un sonido lejano hizo que sintiera su corazón caer hasta su estómago. Era una risa; una que conocía bastante bien.

Se quedó congelado en su lugar, tratando de decidir si huir de ahí o buscar al responsable de que su corazón se desgarrara.

Atormentado por el fantasma de su recuerdo, dio unos cuantos pasos inconscientes. Cruzó el pasillo del arco de cristal, ignorando a los grandes peces que nadaban encima de él. Había unas cuantas peceras en medio de la siguiente habitación, estaban justo antes de llegar al jardín del estanque de los peces koi.

Sus ojos intranquilos no pararon hasta encontrar a aquel alfa y a aquel omega riendo y admirando a los peces bajo el puentecillo del estanque.

Vio la sonrisa en sus rostros y la forma en que involuntariamente sus manos buscaban contacto con el otro.

Su piel se erizó cuando el olor a jazmín llegó a su nariz. Tanto tiempo evadiendo al dueño de ese olor, para que hoy, lo único que los separara fueran unos cuantos metros y una pecera donde cobardemente se escondía.

Dejó que su mente grabara aquella escena de lo que él nunca viviría. Seguro que ahora sería la responsable de sus noches de insomnio.

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Jungkook se dio media vuelta solo para encontrar que el molesto omega ya no lo seguía. Durante los primeros minutos decidió seguir adelante, pero su conciencia empezó a pesar y tuvo que regresar en sus pasos para buscarlo.

Lo encontró parado detrás de la última pecera antes de lo que parecía ser un jardín. Estaba quieto, demasiado quieto. Se acercó sigiloso, planeando asustarlo o molestarlo, sin embargo el aroma en el aire le hizo saber que quizás no era momento.

Dirigió la mirada al frente para ver que tenía al omega tan perdido y solo vio una pareja que se alejaba, ajenos a los ojos atentos detrás de la pecera.

Tocó su hombro y quiso reír cuando él omega dio un pequeño salto. Sus miradas se encontraron y de pronto la cara del omega parecía ser la de un cachorro al que encontraron haciendo travesuras.

—Lo siento, estaba... solo estaba pensando.

—No importa. Tardaste tanto que terminé el recorrido sin ti —mintió, tratando de empujar los límites de paciencia del omega, aunque algo en su semblante triste lo hizo sentir terriblemente mal—. Igual podemos recorrerlo otra vez, si quieres.

Vio al omega negar y volver su vista hacia el jardín, pareciendo dubitativo de que hacer a continuación.

—Salgamos de aquí —dijo finalmente.

Regresaron por donde habían llegado, aunque Jungkook sabía que la salida no era por ahí, no se atrevió a cuestionarlo ni corregirlo. Solo siguieron caminando uno al lado del otro en completo silencio.

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I know it won't work 𓂃༞ kmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora