Capitulo 20

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Miré incrédulo a la figura confiada de Boa Hancock.

–¿Estás loca, bruja? — ¿Realmente estaba proponiendo acompañarnos? De ninguna manera lo iba a permitir. Hancock borró su sonrisa y frunció el ceño.

–¿Como te atreves- — Pero sus palabras fueron interrumpidas por mí.

–Definitivamente no vas a venir. — Finalizo la discusión saliendo por la puerta. Esa mujer estaba demente si creía que le permitiría ir con nosotros.

Mis pasos hacían eco en los solitarios y oscuros pasillos de la mansión, mi expresión es seria y lúgubre.
Aunque no quisiera admitirlo, la ayuda de Boa Hancock me vendría bastante bien, la condición de Cassie parece complicarse con cada día que pasa y aún falta mucho para llegar a nuestro destino. Suspiro liberando mi mente de pensamientos tan pesimistas, impropios de mi persona.

Joder, no debería quejarme al respecto. Ella es mi esposa y prometí cuidarla y protegerla. Debo cumplir mi palabra, aunque me cueste la vida. — con nueva resolución abro la puerta de la habitación donde nos hospedamos y noto como todo está a oscuras. — Preciosa, ¿Dónde estás? — pregunto al aire.

Noto como un bulto en la cama se mueve bajo las mantas. Sonrío enternecido y entre la oscuridad me acerco. Mi vista está lo suficientemente entrenada y es lo bastante aguda como para poder guiarme bien incluso en la oscuridad absoluta. Me acerco a paso tranquilo a la cama y apenas acerco mi mano a la manta, siento como me jalan. En cuestión de segundos estoy bajo las mantas con Cassie aferrándose a mi cuerpo, estaba mucho más oscuro y se sentía increíblemente más íntimo bajo las sábanas.

–Mierda, cariño, estas helada. — Su cuerpo frío temblaba sobre el mío, atrapándome. Pude percatarme de su piel desnuda y suave al momento de abrazarla. Trago grueso y cierro los ojos tratando de aumentar lentamente mi temperatura corporal para ella. — Carajo, espera, nena... ngh... — Cass no se queda quieta, me desnuda aparatando mi bata, deshaciendo el nudo. Sentirla desnuda, piel con piel, era demasiado. Mi pene se empieza a endurecer y ella parecía no querer detenerse, me provoca moviendo sus caderas, haciendo fricción con sus húmedos pliegues. Aprieto los dientes y apenas jadeo una súplica. — N-no... — Nunca me imaginé suplicándole alguna vez a alguien, pero aquí me tenían, con anillo en dedo y completamente a sus pies, me sentía domesticado.

Su aliento me hace cosquillas en el cuello y no me deja pensar correctamente.
Ella decide ignorar mi ruego y procede a seducirme repartiendo besos húmedos por mi cuello, con una necesidad hambrienta muerde mi piel mientras introduce lentamente mi verga en su apretado coño. Abro los ojos de golpe y jadeo. Tan húmeda y caliente. La detengo sujetando sus caderas con mis manos y una sonrisa torcida se dibuja en mi rostro.

–Creo que nunca te enseñaron a no jugar con fuego. — De un empujón termino de entrar en ella y cambio la posición de un rápido movimiento, esta vez estoy encima.

–No, ¿me enseñas? — Su voz suave y seductora parece burlarse de mí.

–Nena, yo te dije que te detuvieras, debiste hacerme caso. — En un movimiento de caderas le saco un gemido que es música para mis oídos. Sonrío y bajo a devorar sus deliciosos pechos, muerdo y chupo sus pezones hasta dejarlos enrojecidos y duros. — Eres tan jodidamente deliciosa... — gruño con satisfacción. Escuchar mi nombre salir de sus dulces labios, solo me incita a continuar. — ¿Que ocurre, preciosa? ¿Te cansaste? — Me burlo alejándome de sus pechos para tomar una de sus piernas y apoyarla sobre mi hombro. Empujo mi pene más profundo y fuerte. — Mierda... Angh! Ahh... — Se siente demasiado bien, sudo del esfuerzo. — tienes la piel tan fría, pero estás tan jodidamente caliente aquí abajo. — aumento el ritmo de mis envestidas, el sonido aguado que producen sus abundantes fluidos es obsceno, y solo sirve para excitarme aún más.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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Solo Contigo II  | Portgas D AceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora