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JUNGKOOK

-Jeon Jungkook -dice el oficial.

Mi cabeza gira sobre el banco de metal, mirando por las barandillas de la celda de detención que ocupamos Jimin y yo. Al principio nos metieron aquí a cinco personas, aunque fue una idea jodidamente estúpida por su parte porque, para empezar, estábamos en medio de una pelea.

Pero Noah, Kole y Remi fueron recogidos hace horas por sus padres -todos ellos molestos, obviamente-, dejándonos a nosotros dos sentados aquí en silencio.

En realidad, yo he sido el único que está reflexionando.

Jimin sólo está borracho. Todavía. Lo cual no es tan sorprendente. No creo que el chico haya tomado más de dos cervezas en toda su vida, y se bebió un paquete de seis como si fuera agua a la primera hora de llegar a la fiesta. Irresponsable como el infierno por su parte, y tal vez la mía por no prestar ninguna atención a lo que estaba haciendo al principio. Pero, por una vez, al menos no era una tarea estar cerca de él. Era más bien como estar con un amigo, en lugar de con mi hermanastro, que tiene la costumbre de ponerme de los nervios.

Incluso conseguimos divertirnos un poco.

Bueno, aparentemente... hasta que se emborrachó demasiado y empezó a hacer un poco el ridículo, ligando con chicos heterosexuales, y me incluyo en esa categoría.

Aunque estuve a segundos de besarlo en ese maldito porche... A la mierda las consecuencias. Todavía lo quería.

-¿Sí? -Pregunto, sentándome.

El oficial me mira, con una mirada severa.

-Te van a liberar.

Fantástico. Sólo han pasado cinco malditas horas.

Exhalando un suspiro, me pongo en pie y me dirijo a la puerta de la celda. Justo a tiempo también, porque cuando llego a ella, papá está allí. Y decir que está enfadado sería el eufemismo de mi vida.

En este momento, hace que el Increíble Hulk parezca el chico del póster del control de la ira.

-Papá -digo, mi voz es tranquila y plana. Sé que es mejor no estallar ahora mismo mientras él está de pie al otro lado de la puerta de la celda. Tampoco me atrevería a pensar que se llevará a Jimin y me dejará aquí toda la noche.

Su mirada es dura y penetrante, pero hago lo posible por no derrumbarme bajo su intensidad. Me examina brevemente, seguramente comprobando que no me falta ningún miembro.

Cuando comprueba que estoy bien, salvo por lo que estoy seguro de que es un hematoma infernal, su atención se dirige a Jimin.

-Agarra a tu hermano -murmura-, salgamos de aquí.

Tengo en la punta de la lengua replicar que Jimin no es mi hermano en lo más mínimo, pero de nuevo, elegir mis batallas es la clave para salir de este escenario lo más ileso posible.

Ya me han golpeado en la cara, entre otros lugares, hoy. No necesito una reprimenda verbal de mi querido padre. Aunque estoy casi seguro de que vendrá de todos modos.

-¿Vienes, princesa? -Llamo por encima de mi hombro a Jimin, que sigue tumbado en el banco opuesto al que yo estaba. Sus ojos se abren por sí solos, todavía inyectados en sangre, y la marca roja en su mejilla se ve aún peor cuando se levanta para sentarse. No se me escapa la mueca de dolor cuando sus manos vendadas hacen presión sobre el banco.

Me duele el pecho, recordando la forma en que siseó y maldijo mientras el oficial limpiaba los cristales para vendarlos después de que nos trajeran.

Maldita sea. Debería haber cuidado mejor de él.

ʜᴇᴀᴅ ᴀʙᴏᴠᴇ ᴡᴀᴛᴇʀ ☾𖤓 ᴷᵒᵒᵏᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora