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— ¿Tengo que hacer todo esto?

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— ¿Tengo que hacer todo esto?

— Si quieres bajar de peso, sí, si no, quédate acostada todo lo que quieras. —Navier comenzó a estirar, al mismo tiempo que Rashta empezó a quejarse ruidosamente. Gritaba, llamando la atención de algunos que estaban jugando ahí.

— Te dije que es mala idea venir a entrenar mientras ellos entrenan.

— Ellos siempre entrenan cuando yo lo hago, jamás me han dicho nada, tal vez saben respetar.

— Tal vez han visto tremendo bulto que tienes ahí.

— ¿Puedes dejar de hacer chistes sobre eso? Ya tuve mucho con lo de la mañana.

Rashta torció sus ojos mientras alcanzaba la punta de sus pies, y volteó a ver a la mayor.

— ¿Mañana puedo volver a hacerlos?

— Sí, pero sabes que solo tienes límite para tres.

— ¡No es justo! Tengo límite para cinco.

— Ésta semana no.

Volvió a torcer sus ojos mientras repetía lo que hacía Navier, moviéndose muy rápido.

— ¿Te enojaste por mi propuesta?

No recibió respuesta porque la mayor comenzó a trotar, dejando atrás a la menor, que hizo un puchero y comenzó a trotar a su velocidad.

— ¿No era ejercicio lo que estábamos haciendo?

— Era estiramiento, ¿Alguna vez has hecho ejercicio?— asintió y miró a su mejor amiga con ojos curiosos, haciéndola alzar la ceja y hacer una mueca.—¿Entonces por qué preguntas?

— ¿Cuál es la diferencia?

Navier tenía un humor de perros desde que la menor le preguntó si podían tener sexo, no era la petición, porque si fuera por ella con gusto lo haría, estar con la chica que más amaba desde hace años, lo que le molestó fue el propósito. ¿Bajar de peso solo para que Alan se fijara en ella, cuando ya la había rechazado indirectamente? Rashta era terca y si quería lo conseguía, aunque sus métodos no eran siempre los correctos, mostrándolo con la petición.

Discretamente volteó a ver a la menor, que estaba trotando con dificultad mientras intentaba cantar una canción de moda, su voz era suave. No la quería hacer hablar, porque tal vez así le iba a cansar más rápido, pero necesitaba romper ese silencio tan incómodo que se formó después de la pregunta, o el silencio que se formó desde la mañana.

A Rosé realmente le gustaba Rashta como era, con todo y kilos, rollitos, y esas mejillas que siempre amaba besar y estrujar. Le gustaba más allá de su cuerpo, porque era una persona tan linda y gentil. Cuando reprobó año y tuvo que repetirlo, Rashta fue la única se le acercó para poder entablar una conversación.

Al final resultó que Navier espantaba por su apariencia y Rashta era amiga de todos, así que cuando la pequeña se le acercó a la rubia para preguntarle si era nueva, todo el salón se asustó porque pensó que la mayor la sujetaría del cuello, la lanzaría por la ventana y amenazaría a todos de que no se le acercaran, al final todo acabó en una amistad inseparable. Con la menor enseñándole a hacer amigos y ser algo 'social', y la mayor enseñándole trucos con la patineta, trucos que, todavía le faltaban aprender por completo. Esos raspones en su rodilla confirmaban eso, pero había gente que malpensaba mucho.

Cuando un chico se acercó para hacerle una broma sobre sus rodillas a Rashta, terminó siendo amenazando por Navier, quien comenzó a decir que si volvían a hacer estúpidas bromas, ella misma los iba a matar con sus manos. Tal vez no fue lo correcto porque comenzaron los rumores de que ellas dos eran pareja.

Los rumores no molestaban a Navier, porque era una de sus mayores fantasías, pero sabía que no tenía que darlo por sentado sabiendo que en verdad a la menor le incomodaba mucho esas palabras, así que en todas las oportunidades tenían que negarlo.

— ¿Recuerdas esa vez que lo vi? ¡Me quería morir de la vergüenza! Aunque si...

— Ya te dije que no lo vamos a hacer de esa manera, haremos ejercicio como personas normales y te sacaré una cita con mi nutriólogo.

— ¡Pero es que leí que esa opción en una página! La información era 100% verídica y volví a checarlo en otras páginas, es verdad.

— Claro, se lo pregunto al doctor Vikt y si dice que sí, bajaremos de peso de esa manera. —supo que hizo una apuesta a ciegas cuando vio los ojos de Rashta achicarse con su sonrisa, y la rubia dejó de fruncir su ceño.

— Iré comprando los preservativos, porque sé que digo la verdad.

— No estoy tan segura de eso, no creas en todo lo que diga internet.

···

— Es cierto, no es un secreto que el sexo es bueno para la salud, pero en general a las chicas ayuda a bajar 69 calorías a las mujeres y 101 a los hombres, ¿Por qué preguntan eso? ¿Ya lo harás tan rápido, Navier?

— ¡No! Es solo que, el otro día Rashta me dijo eso y no pensé que fuera cierto.

El doctor ve a las dos menores, la mayor con un gran sonrojo que parecía una cereza, y la menor con una sonrisa que por nada del mundo se borraría. Ya sabía que esa era noche de sexo.

Alzó sus cejas mientras cerraba sus ojos, y alzó una sonrisa incómoda viendo a ambas chicas.

— Ya sé que tendrán sexo, Navier, los preservativos están saliendo de la mochila de la señorita Iskua, y tú estás más nerviosa que cuando me enteré que rompiste mi collar de perlas.

— ¿Los preservativos? ¡¿Los compraste?!

— ¡Ya sabes que soy una chica preparada!

— ¡Pero no acepté eso!

Rashta volvió a torcer sus ojos, cruzó sus brazos, y se volteó a donde no estaba Navier, ignorándola enfrente del doctor Vikt, que las miraba cansada.

— Solo tengan intimidad ya, aparte de ayudar a dormir ayuda a aliviar estrés y eliminar piedras del riñón.

— ¡¿Y por qué hasta ahora las piedras en el riñón?!

𝕯𝗜𝗘𝗧 𝗢𝗙 𝗦𝗘𝗫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora