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Samantha




-¿Sam...? -dijo Abril al ver que no respondía su pregunta. -¡Samantha!

-¿Hmm? ¿Qué pasa?

-Estoy que te hablo que no contestas, ¿qué pasa?

-No nada amor, es solo que... no, no es nada. -dije volviendo a acariciar su cabello húmedo debido a lo que hicimos minutos antes.

-Samantha, ¿qué pasa? -preguntó mientras se incorporaba en la cama para encararme.

-No es nada, de verdad.

-Samantha... -murmuro en un tono autoritario mientras se sentaba en la cama.

-Abi, no es nada, de verdad. Ven échate -dije dando palmadas en mi pecho.

-¿Segura?

-Sí, solo son temas de la escuela.

Ari asintió cabeza abajo y se echo en mi pecho mientras yo seguía acariciando su hermoso cabello largo, pero en realidad mis pensamientos me estaban consumiendo lentamente, mejor dicho la culpa, la culpa de a ver obligado a Ama a decir la verdad.
Eso era lo que me tenía tan pensativa... tan perdida de orbitar.
Tenía que saber qué pasó con ella, tenía que saber si estaba bien, tenía que saber algo de ella, ya que no me atrevía a llamarla por la culpa que sentía. Y quizás Óscar no la dejaría, lo que es lo más probable.
Quería ir a buscarla ahora, solo quería estar con ella y pedirle disculpa por todo lo que le hice hacer.

-¿Qué hora es?

-¿Por? -dijo Ari desconcertada alzando su cabeza para verme mejor. -Solo sé que es muy tarde para que andes preguntando eso- murmuro volviéndose a acomodar en mi.

-Sí, tienes razón... mejor vamos a dormir.

-Sí, que tengo mucho sueño.

—-

-Buenos días, Sam. -dijo mi suegra apenas me vio parada en la puerta de su entrada. -¿Necesitas algo en lo que te pueda ayudar? -hablo con una sonrisa de oreja a oreja. Llevaba una bata gruesa; de color palo rosa. -¿Oh pasó algo? -preguntó al ver que no respondía.

-Es... por... ¿Ari? -balbuceé evitando su vista.

-No, cariño, yo sé que no es por Ari  -suspiró - Es por, Ama ¿Verdad?

La mire perpleja, ¿cómo sabía que venía por ella? -¿Cómo sabe qué...?

-¿Qué cómo supe qué vendrías a preguntar por Ama? -Rio y agachó la cabeza unos segundos para después verme -Pasa, que tu y yo tenemos mucho de que hablar. -se hizo a un lado para que yo pudiera pasar y eso hice...

-¿Eso es todo lo que sabe..? -pregunte al dejar la taza de café en la mesita de la sala de estar. -¿Eso es todo lo que sabe de Ama?

-¡Ah sí! Gracias por recordarme querida. -se levantó del sillón dejando su taza de café subiendo para buscar Dios sabe que, dejándome pensativa, hundida en mis pensamientos, pensamientos que me atormentaban constantemente, ¿y saben por qué? Por culpa, por la culpa que sentía al dejar ir a Ama. Estaba tan hundida en mis pensamientos que no me di cuenta que la señora Garza se había sentado nuevamente, pero esta vez a mi lado. -Ama... -suspiro pesadamente. -Ama quería que te lo diera si es que llegarás a venir. -susurro mirando a todos lados mientras me daba la carta, como si temieses que alguien nos vea.

-¿Solo me dio esto? -pregunte agitando la carta en mi mano mirándola a los ojos. -¿No hay más rastro de ella?

-No, no hay más rastro, solo hay eso. Tómalo o déjalo -hizo una breve pausa para después agarrar su taza de café mientras me miraba bajo su penetrante mirada. Trague duro. Abrí la carta y la comencé a leer...

Siempre Seras Tú ʳⁱᵛᵃᵐᵃ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora