Capítulo 12 : Duplo

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Susan Ward cada día usaba menos ropa. Parecía que en mitad del invierno, el verano hiciera acto de presencia por unos días.

Era algo raro, ya que en ese lugar el frío era muy cruel.

La profesora miró con cuatro ojos a su alrededor. No era una persona miedosa, se aferraba a los hechos científicos, a pesar que enseñaba literatura. 

Pero sintió un poco de terror mientras caminaba por la avenida. Había sido una imprudencia por su parte no dejarse acompañar por su hermano, pero parecía muy cansado. Y más con todo lo que estaba pasando.

Lo que en verdad no entendía era que iba a hacer en el colegio. Porque de seguro ningún padre sería tan irresponsable de enviar a su hijo a la escuela, al menos en una semana.

Pero Éduca, la directora que parecía no tener sentimientos, la obligó a ir. Y ella como principiante, no tenía mas remedio que obedecer. 

Parecía una ironía, ya que estudió para no tener un jefe que la explotara.

El portón hizo un ruido que hubiese erizado a cualquiera cuando lo abrió.

 La única persona que vio en el camino a la dirección fue a Corinna, la señora de limpieza. Sus miradas se cruzaron y las dos decían lo mismo. 

mi también me obligaron.

La pared de la sala de la directora se encontraba lleno de diplomas, afiches que con enormes letras decían: "La educación, como la vida", o "Si alguien pregunta porque estoy sonriendo, es porque estoy educado". También había una foto gigante en blanco y negro de su graduación.

- Bueno días, E... Magbeth. - Saludó la profesora. Se quería abofetear a si misma. Había estado a punto de llamarla por su apodo. Pero esta no pareció darse cuenta y siguió escribiendo en su ordenador.

- De buenos no tiene nada, ¿cómo puede ser que ningún? ¡Ningún chico! , haya venido. Entiendo lo de Ian, en serio, era buena persona, es decir, tenía buenas notas, pero no es excusa para faltar. ¿Sabe de los conocimientos que se pierden?. Estas horas no se van a recuperar, como yo siempre digo, "la educación, como la vida". - apuntó Éduca. - Luego le va a servir para un futuro, ¿usted sabe lo complicado que es el mercado laboral estos días?, mientras estos están en sus casas, otros, en otras ciudades, ¡les están sacando ventaja!. Porque ellos saben que no van a terminar lamiendo las suelas de nadie, es así, estudias, te lamen las suelas, no estudias, lames suelas, y eso si te dejan hacerlo.

Susan ya estaba de alguna forma anestesiada de las divagaciones de Éduca, a pesar que no tiene un año en ese lugar. 

Una colega, en su primer día, le había explicado el significado apodo. Pero no le había dicho que se le iba un poco la pinza. 

De donde venía tal pensamiento, era un total misterio. 

Estuvo a punto de refutarle algo, pero se lo guardó.

- Menos mal que llegaste - farfulló Éduca - las vagabundas de tus colegas tendrán muy bajo el sueldo este mes, ya verás. Ayúdame con esto - dijo señalando una pila de papeles que yacían sobre el escritorio - ya que no tienes alumnos, y a llenar esta planilla, es para presentarlo al consejo la semana que viene.

- ¿Y que tengo que hacer? - preguntó Susan.

- Solo lee, ya entenderás. Así se aprende, investigando, desarrollando nuestras propias conclusiones. ¿Sabes que, así es como le dan más poder al asesino del chico?. Sin educación, los ignorantes caen en la trampa. Nuestros revolucionarios no... - La profesora la dejó hablando y se marchó sin prisa alguna a su clase. 

Abrió la puerta y el olor a familiar a encerrado inundó su nariz. 

Se sentó en su escritorio y leyó lo que le había ordenado su superiora al momento que devoraba una manzana. Lo entendió rápidamente, al menos en eso ella tenía razón.

Iba por la tercer hoja cuando empezó a escuchar un eco. Estaba a punto de continuar, pero oyó de nuevo ese sonido. Una voz. 

A la tercera vez, cayó en la cuenta que decía "fuertes". No entendía de donde provenía, pensó que era una grabación, porque se escuchaba un tanto distante, como si estuviese allí y no al mismo tiempo.

Se asustó, porque cada vez se oía más fuerte, y más cerca, y más cerca.

Cuando miró a su derecha se orinó. 

Se veía a ella misma, usando la misma ropa, dando clase a alumnos que no estaban allí.

No sabia que pensar, un holograma, un espejo, una grabación, pero no daba con la razón. 

Se quedo paralizada, no sabía por cuanto tiempo, escuchando como ella, o su doble, le gritaba a chicos imaginarios.

- Y esto, ¿que es?. - preguntó señalando la palabra " el odio de Dios ".  Al ver que nadie le contestaba, se enfureció más aún - ¡Vamos estúpidos batracios!. Les dejé una fotocopia de ello, ¡solo tenían que leerla retardados!.

En ese punto Susan comprendió que eso no era ella, y no sabía que hacer.

Se levantó mareada dispuesta a huir, pero su doble la vio.

Al principio fue su cara fue de confusión, pero luego le brindó una sonrisa un tanto fría.

- ¿A donde ibas?-  quiso saber ésta. - Supongo tu eres mi doppelgänger, y yo soy el tuyo. ¿ Has visto a los otros cinco?, porque yo no. - Susan tenía la lengua seca. No podía decir nada, no podía hacer nada. - Vamos, ven conmigo, eso. Chicos, esta es Susan, ¿no?, es mi doble, y va a sufrir aquí por el resto de su vida, digan ¡Hola Susan!. 

Al momento que los alumnos repitieron la palabra, la profesora se percató de que no eran humanos.

La Muerte No Es TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora