Había pasado alrededor de unas tres semanas después de la propuesta de Baji sobre tener un hijo.
Aún me ponía nerviosa, pero debo admitir que ese nerviosismo me llevo a la curiosidad y pasaba horas buscando información sobre estar embarazada, me da miedo, la información sobre lo doloroso que es el parto tampoco ayuda, sin embargo, todas dicen que al ver a sus hijos vale la pena.
A decir verdad, yo no creo en eso, vamos, 9 meses sufriendo dolor de cabeza, vómito, mareo, asco, que te duelan los pies y la espalda por el peso de tu vientre, además del cuidado que debes tener, quiero a mi futuro bebé, pero ¿Realmente se sentirá así? ¿Cuándo lo vea, podré sentir ese amor maternal por él o ella?
He estado pensando en ello casi un mes, todo cambiará con un bebé con nosotros, pero seremos felices al final de todo, ¿no?
Finalmente me había decidido.
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Ahí estaba Baji recostado en nuestra cama, haciendo quién sabe que, ¿por qué yo parecía la única nerviosa de ser padres?
Tan tranquilo, volteo a verme y simplemente no pude evitar hacerle una mueca de molestia.
—¿Qué sucede princesa? Ven aquí— dijo dando palmaditas en su regazo.
Me senté sobre sus piernas y tomé su rostro entre mis manos, viéndolo a los ojos fijamente. Debo admitir que me puse un poco nerviosa cuando mantuvo la mirada.
—¿Qué sucede?— dijo riéndose, parecía que más que preocupado se estaba burlando de mí —¿Estás enojada? No recuerdo haber hecho algo malo, soy un buen chico y lo sabes— ahora sus manos estaban en mis mejillas y las jalo para darme un beso.
—¿No te asusta ser papá?—
—Ahh… eso, pensé que ya lo habías olvidado— estaba tan relajado que lo envidiaba.
—¿Cómo podría ser capaz de olvidarme de algo como eso?—
—Contestando a tu pregunta, cariño, sí, si me da miedo, que un mocoso se acerque a mí y me llame papá, me causa algo que no sé si es miedo o emoción— beso mis mejillas —¿Sigues nerviosa por ello?— asentí.
—Está bien, princesa, todo a su tiempo— he estado pensando en esto mucho tiempo y tú solo dirás eso? Sus palabras solo me provocaban ganas de gritarle “¡Hazme un hijo, carajo!”.
—No— le respondí mientras comencé a desabrochar mi camisa. Parecía atónito ante mis palabras y mis acciones.
—¿N-no? Es un no de qué no quiero o que clase de no es ese…— tenía el descaro de mirar fijamente mis pechos mientras mi camisa estaba casi afuera.
—Es un no de no voy a esperar más, un no de no voy a aceptar tus consuelos, vamos a tener un hijo y será mejor que seas un buen padre— se escuchó sus carcajadas mientras me abrazaba por la cintura.
