Después de la partida de Rody, Vincent se sentaba por largas horas en las escaleras de su pasillo. Fumaba mientras apreciaba las calles vacías a altas horas de la madrugada, se la pasaba calando de dos a cuatro cigarros los cuales terminaban destrozados bajo sus pies.
Los días transcurrían con normalidad en el trabajo, o eso deseaban los empleados. El pésimo humor de Vincent se había ido al carajo, era más insoportable que antes. Tanto que el mesero recién contratado fue despedido. El estrés de Vincent había empeorado de sobremanera.
❣
En medio de la noche el pelinegro se encontraba sentado nuevamente en las escaleras mirando la calle, fumando un cigarrillo a medio terminar. Con ese ya eran tres, estaba frustrado y demasiado. Se había duchado para ir a dormir, pero no lo había logrado, como todas las noches anteriores.
Necesita algo más fuerte, fumar ya no lo satisface, el cosquilleo en sus pulmones y el ardor en su garganta ya no es suficiente.
Nuevamente da una calada profunda al cigarro para acabarlo, el ardor en su garganta es fuerte y el humo en sus pulmones le causa leves cosquillas que queman, logra su objetivo, despejar su mente por un largo rato, pero no es lo suficiente para exterminar con todos esos pensamientos.
Teniendo ambos ojos cerrados mientras dejaba salir el espeso humo de entre sus labios, escenarios se reproducían nuevamente.
Vincent sabe muy bien por qué ha estado de malhumor, y eso lo hace enojar. Lo hace querer aventar todo a su paso y destruirlo.
Últimamente no puede dejar de pensar en él cobrizo, eso lo hace sentir frustrado. No puede sacarlo de su cabeza y mucho menos la escena de él llorando.
De alguna manera le encanta verlo así, y no odia ese pensamiento, le gusta verlo débil y sumiso...
«Era tan jodidamente»
Se mordió el labio y el leve rosa invadió su piel blanca, adorno sus mejillas y su par de orejas.
Dejo caer la colilla del cigarro y lo aplasto con rabia. Se cubrió su rostro con brusquedad. Su cara estaba completamente rosa, moría de vergüenza.
Logrando ver a través de las aperturas de sus dedos, miró su entrepierna. Se había excitado por un pensamiento y ahora tiene un severo problema con su pene.
Sin dudarlo dejo aquel cigarrillo destrozado, lo había hecho parte del concreto junto con todos los demás. Termino por adentrarse a su hogar, para resolver aquel problema entre sus pantalones.
No podía dormir así, y mucho menos sabiendo que tenía que trabajar por la mañana.
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