Ayuda

275 25 3
                                    

Una vez me había hecho a la idea de que formaría parte de la vuelta al mundo 2 decidí tomarme esa mañana solamente para dormir ya que en dos días empezaría a no dormir casi nada o incluso nada.

Se había acabado por hoy el dormir ya que alguien sin previo aviso irrumpió en mi habitación, lo que menos esperé al abrir los ojos fue ver a Borja, ahí, como si fuese un muñeco muy bien colocado. Mi primer instinto fue ir a abrazarlo, lo abracé tanto como mi fuerza dio
-Dios Borja, ¿Qué haces aquí?- se notaba el tono de incredulidad en mi voz, hacia tanto que no lo veía y todo había terminado tan mal que no me esperaba encontrarme con él hasta el inicio de la vuelta al mundo.
-Tu madre invitó a la mía a comer y así contarse las cosas, como los viejos tiempos, supongo- ese tono melancólico sabía que recordaba lo mismo que yo- nada más saber eso decidí venir a ayudarte con las maletas.
-Pues menos mal- solté dejándome caer sobre mi cómoda cama que dentro de dos días dejaría por 80 días
-La verdad que ahí acostada no haces nada, así que empieza a mover ese cuerpo renacuajo- dijo empezando a hacerme cosquillas.
"renacuajo" , así me llamaba desde que éramos pequeños, solo me sacaba dos años pero siempre le había gustado hacérmelo saber, oír de nuevo ese apodo me hizo recordar todo lo que había pasado al lado de ese chico, el que había sido mi compañero de vida desde que tengo seis años.
-Venga Borja ya vale!!- le dije revolviéndome de risa sobre mi cama
-Vamos, te he traído una maleta grande a orden de mi madre.

Salí detrás de él hacia la planta baja de mi casa donde se encontraba Ana, la madre de Borja hablando animadamente con mi madre.
- Hola Cami, tesoro, hacía tanto que no te veía, has crecido tanto- estaba tan emocionada por verme que el corazón me dio un vuelco, Ana había sido como mi segunda madre, mi infancia era resumida en pasar todas las tardes en su casa junto a Borja.
-También me alegro de verte Ana, te lo aseguro- dije lo más sincera que pude
-Borja hijo, seguro que no quieres nada para comer cariño- preguntó mi madre, por la reacción de Borja sabía que no era la primera vez que se lo decía
-En serio que no Beatriz, estoy más que bien, sabes de sobra que no como a media mañana.
- Cami, cariño, te he traído esta maleta- me dijo mostrándome una maleta violeta metalizado preciosa y muy pero que muy grande comparada con la que tenía pensado llevar- Son casi tres meses, necesitas este espacio y más.
-No era necesario Ana, podía haber comparado una, no quiero que la tuya se estropee.
-No digas bobadas, venga Borja levanta el culo y ve a ayudar a Camila- le dijo a su hijo que ya había posado todo su cuerpo en mi sofá.

Me encontraba en mi habitación, sentada cual indio en mi cama mientras que dejaba a Borja rebuscar en mi armario en busca de lo necesario.

-Borjita, que gusto verte por aquí- dijo de repente mi abuela
- Rafaela- casi grito el chico mientras iba a paso acelerado a abrazar a mi abuela- La he echado tanto de menos, no sé lo puede creer
-Oh mi niño, os tengo un regalito chicos- nos dijo mientras nos alcanzaba a cada uno un hilito rojo- Esto os ha mantenido unidos y lo seguirá haciendo.

Borja y yo nos miramos, recordando con ello la historia que a mi abuela le encantaba, empezaba a creerme eso de que Borja era mi hilo rojo a este punto.

-Chicos, ataos esto a la muñeca, cuando podáis deshacer el nudo todo será más sencillo- dijo para finalizar mi abuela
-Muchas gracias Ela, es muy bonito-dijo Borja abrazándola de nuevo
-Si abuela, muy bonito- dije yo con un tono bastante irónico, mi abuela siempre había querido que estuviésemos juntos y yo como su nieta sabía que no iba a parar hasta conseguirlo.

Con mi abuela ya fuera de la habitación me limité a volver a mi posición y dejar que borja hiciera todo, bueno, casi todo el trabajo. Hacía tanto que no me sentía tan cómoda como con él, me alegraba de que hubiese vuelto pero estaba claro que en algún momento íbamos a tener que hablar de lo que sucedió, de todo el daño causado. Por lo que me había contado Adri él tampoco lo había llevado bien eso de separarse de mi, había casi prohibido hablar de mi, y no por Lili, si no porque a él le dolió, casi no me lo creía porque se había alejado tan  fácilmente de mi.
-¿Me estás escuchando Camila?- Me preguntó Borja al ver que no obtenía respuesta a nada de lo que estaba diciéndome.
-Claro, claro, perdón dime.
-Que yo creo que con esto es más que suficiente- dijo mirando el montón de ropa- he puesto ropa contando con que te quedas la vuelta al mundo entera.
-Seguramente lo haga- le dije sincera- todos sabemos que lo del periodo de prueba es solo una tapadera para ocultar el miedo a estar tanto tiempo cerca de ti.
-¿Miedo a mi?- preguntó tan confuso que hasta yo me confundí
-A ti no Borja, como te voy a tener miedo, tengo miedo a que no te quedes a mi lado como la última vez ... Es solo eso- la tristeza en mi voz era notable, por eso Borja tomó un sitio a mi lado para hablar
-Camila, Lo siento, de veras que lo siento muchísimo, pensé que estando con Lili lo mejor era alejarme porque todo lo que suponía Lili era cierto, no podía permitirme hacerle daño de tal manera, supuse que alejándome todo desaparecería pero ni así pude olvidarme de todo lo que había vivido a tu lado.
-No importa Borja, me acuerdo que una de las muchas cosas que nos han enseñado nuestras familias es a perdonar y más a gente con tanta cercanía como tú, me voy a tomar esta vuelta al mundo como un empezar de cero.
-De acuerdo, empecemos de cero, pero sin olvidar nada- esas palabras me confundieron tanto que él lo noto casi al instante- Me refiero a que no olvidemos nuestro pasado, tu y yo correteando por el jardín de mi madre, o todas las historias que nos contaba tu abuela.
-Eso nunca lo olvidaría Borja ni aunque me lo pidieras una y mil veces- y era totalmente verdad no podría olvidar nada de lo que había vivido junto a él, pero sí podría apartar el recuerdo de cuando se marchó, eso sí podría hacerlo.

Nos fundimos en un cálido abrazo, Borja, mi Borja había vuelto y esta vez no pensaba soltarlo por mucho que me quemara las manos aguantando nuestro hilo, y algo en mi me decía que el también estaba dispuesto a eso.



NOTA DE LA AUTORA
espero que os este gustando tanto como a mi escribirla, dejadme saber que os está pareciendo

El Hilo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora