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El día pasa, nos cierran en el pabellón, no en la celda por lo que tenemos más espacio.
No sé si esperan que duerma algo, no puedo. No cuando no sé si mi hermano sigue vivo o no.
Estoy sentada en la mesa, dibujando en ella con un pequeño metal que he sacado de mi cinturón.
Necesito algo para matar el aburrimiento.

— Mi perro... — Suelto una risa floja por la ansiedad. — ¿Te puedes creer que te estaba siguiendo y yo pensaba en que no le había dado de comer a mi perro? — No puedo evitar reírme. Quiero llorar en realidad. No porque la situación sea muy complicada, porque me cuesta no ver a Nathan.
Él es todo lo que me queda en el mundo junto a Athena y si lo perdiera no sé qué haría.

— ¿Perro?¿Aún tienes uno de mascota? — Michonne habla escueta pero trata de ser algo más agradable. Me habrá visto necesitada.

— Si, es un perro lobo checo, la recogí de un refugio hace cosa de seis años... — Continuo con mi garabato en la mesa mientras pienso en cuando recogí a mi cachorro. — La apunté en seguida al programa de adiestramiento policial...quería que fuéramos como Gadget y el Gadgetomovil — Río derramando una tonta lagrimilla.

— El gobernador solo te quería muerta a ti...si te sirve de consuelo... — La mujer se sienta a mi lado despacio y muy cuidadosa. — Según sus notas, desconfiabas...

— Si, además me cargué su espectáculo favorito... — Miro a mi compañera de celda — Hacen peleas de zombies. Como los toros antes del apocalipsis, pero sin siquiera aprovechar la carne...solo violencia por violencia...

No apruebo la violencia gratuita. No me gusta apalear cuerpos que antes pertenecieron a personas inocentes.
Me parece una falta de respeto.

Antes de poder seguir la conversación, Rick y el hombre que siempre le acompaña, el hermano de Merle. Aparecen con varias hojas, un rotulador y una actitud bastante impaciente.

— Vale, vamos a hacer las cosas así — El hombre principal, Rick, se sienta en la mesa frente a nosotras y pone las hojas y el rotulador sobre ella.— Vais a dibujarme aproximadamente como es el sitio de donde venís, cuantos guardias, si los hay, si no...

— ¿Nos podremos ir después? — Michonne no habla. Ella se mantiene en silencio tratando de imponerse.
Junto a ella parezco un osito de peluche mal dormido. Ella da miedo.

— Si, os daremos agua y algo de comida para podáis sobrevivir — Golpea la mesa con la punta de los dedos sobre las hojas — Pero primero lo primero.

Miro a Michonne. Ella asiente. No le guardamos lealtad alguna.
¿A que le voy a guardar lealtad si casi me matan?

Empiezo a dibujar sobre uno de los folios el perímetro aproximado del pueblo. Las zonas con barricada y cuántos guardias hay.

— Aquí — Marco una de las barricadas. — Hay dos guardias, pero no pueden abarcar mucho, hay arboles y coches. No han limpiado la zona y uno puede entrar por ahí fácilmente — Marco la siguiente barricada.— En esa a veces hay un solo guardia, utilizan arcos y flechas pero ninguno sabe disparar bien. Tardan mucho.

Paro un momento. Levanto la cabeza y miro a Rick con seriedad.

— ¿Y mis armas? — El hombre parece desconcertado por mi súbito cambio de conversación — Mis armas son importantes, ¿Las tendré de vuelta?

El hombre se ríe un poco. Pasa la mano izquierda nerviosamente por su barbilla y asiente.

— No te voy a dar las armas hasta que salve a mis compañeros.— Me mira con unos ojos que sin duda aterrarian a cualquiera.
En realidad me da miedo. No por mi, porque a mí me puede pasar cualquier cosa, me da miedo por las vidas ajenas a mi que ahora mismo siento que comienzan a prender de un hilo.

— Entonces no sigo contando nada. —  Alejo las hojas de mi y lo veo en su gesto, se prepara para volver a apretar y manipular mis heridas. Pero me da igual.— Me la pela, revientame la pierna. No te cuento nada si no me vas a devolver mis cosas.

— Te las devolveré cuando salgamos de la prisión. ¿Te parece bien? — Asiento con una leve sonrisa en mi cara. — Perfecto, continúa.

— El pueblo este, Woodbury, es seguro contra los zombies...pero nosotros, bueno, cualquier persona en realidad, podría tirarlo abajo —  Miro a los dos hombres.— El Gobernador, es su líder, es guapete. Impone y tiene carisma, no es de fiar.

Ambos hombre me escuchan. Miran a Michonne y Rick se dirige hacia ella.
El otro hombre no es tan participativo, solo mira.
Se muerde las uñas, es un tic nervioso. También se muerde el labio de abajo.
El hombre impone, pero hay algo dentro de él que le angustia.
¿Es posible que alguien quiera tanto a Merle Dixon cómo para morir de ansiedad por él?

— Mañana nos pondremos en marcha.

Asiento y aparto las hojas.
Dudo un momento. Quiero preguntar sobre un llanto.
Un llanto de bebé.
¿Aún hay bebés?

— Antes...antes he escuchado a un bebé... — Menciono sin tratar de decir nada más allá de querer ver al pequeño o pequeña.— Hace mucho que no veo un bebé...

— Y seguirás sin verlo — Rick corta con brusquedad. Lo entiendo, es su hija.
Asiento, tonta de mi por tratar de coger confianza como para ver a un bebé.
Esas pequeñas personitas se protegen, no se lucen. Ya no.

Tanto Rick como su acompañante salen de la sala. No les interesa nada más de momento.
Suspiro cuando cierran la puerta y miro a Michonne.

Ella tan solo se tumba en el suelo a descansar.
Yo no puedo.
Vuelvo a garabatear en la mesa.

𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍 [𝑫𝒂𝒓𝒚𝒍 𝑫𝒊𝒙𝒐𝒏] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora