4

19 3 3
                                    


Pasa la noche más lenta de lo que me gustaría.
Michonne consigue dormir, pero yo no soy capaz.
Mi cerebro divaga entre distintas ideas. La primera y la que peor cuerpo me pone es la de que Nathan esté muerto.
No puede estar muerto.
¿Por qué lo estaría? Es paramédico, se estaba especializando en medicina militar.
Es útil.
No como yo.

— No lo pienses más. — Michonne interrumpe mi momento de auto castigo con brusquedad.
Me giro, la miro.

— ¿Cómo sabes que lo estoy pensando?

— Se te ve en la cara — Se pone en pie y se sienta sobre un banco a mi lado. Me mira con cierta amargura. Es como un limón, me encanta pero arrugo la cara con el fuerte sabor — A ti no te quiere allí porque no te va a poder controlar...a tu hermano si.

Suspiro sabiendo que la mujer tiene razón. Mi hermano por fuera impone. Es un hombre grande y guapo, pero siendo sinceros, en seguida se ablanda si coge confianza.

— Lo subestima porque de bueno es tonto... — Suspiro y me pongo en pie. Escucho los pasos de Rick acercándose.— Al parecer ya nos vamos.

Camino a la puerta de la celda con trabajo. Mi pierna está vendada y mis heridas se curan, pero joder como duelen.
Ellos abren y nosotras dos salimos despacio.
Nos hacen caminar por delante de ellos hasta que salimos al patio y en él nos esperamos a que nos abran la primera de las puertas.

Al ver todo a mi al rededor no puedo evitar sentir admiración.
Hay aún algunos cadaveres de muertos que se tienen que quitar, pero han vaciado la prisión entera.
La han limpiado.

— ¿Cuantos sois? — Una chica rubia con una bebé en brazos se me acerca y yo aprovecho para preguntar. — Está prisión es grande...debía estar infestada.

No puedo evitar mirar a la pequeña que tiene en brazos. Tan pequeña, tan delicada. No tiene mucho tiempo.
Es tan bonita...

— Si, lo estaba, pero la limpiamos — La chica, que no tendrá más de 18 años, mece a la bebé con mucho cuidado. — Somos diez.

— ¿Diez personas limpiaron la prisión entera? — Pregunta Michonne sorprendida. Al parecer la adolescente se ofende. Su gesto hacia nosotras cambia y frunce el ceño.

— Antes éramos más...

La chica se retira en cuanto abren la puerta. El castaño de la ballesta está con nosotras pero Rick se está despidiendo del chico del sombrero de sheriff.
No es muy difícil verles el parecido. Son padre e hijo.

— Venga, hay que preparar el coche, señoritas — El castaño de la ballesta pasa entre nosotras y baja hacia donde está esperándonos el coche con el que iremos hacia Woodbury.
Ya alli hay dos hombres más, uno negro alto con ropa de presidiario y otro vestido de igual manera pero flacucho, más bajo, rubio y pálido.

Al parecer todos quieren ir a salvar a los dos chicos que faltan.

Cargamos en el maletero varias armas, entre ellas las mías. Que ganas de coger el bate y sentirme algo protegida.

Suspiro, miro los asientos del coche. Están llenos
Miro como Michonne se sienta en el último.

— Tu vas conmigo — Me giro hacia el de la ballesta. Aún no me sé su nombre, pero menudo brazo tiene.— ¿qué te pasa?¿No sabes montar en moto? Es sentarse y agarrarse, nada más.

El hombre está subido en su motocicleta. Bonita como ninguna la verdad.

— Si que se montar, ¿Sabes tu conducir? — Trato de bromear subiéndome detrás de él y agarrándome.

— No te pongas graciosa, que no somos amigos — El coche arranca cuando Rick sube a él y nosotros con la moto vamos justo detrás de ellos.

Sentir su brazo tensarse al conducir la motocicleta hace que la piel se me ponga de gallina.
Mierda.
Es que está bueno.

𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍 [𝑫𝒂𝒓𝒚𝒍 𝑫𝒊𝒙𝒐𝒏] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora