20.01.2010
Aprendí a callar lo que sentía. Porque era menos doloroso pretender que nada ocurría en mi vida, y fingir muy de vez en cuando una sonrisa, para despistar las miradas inquisitivas. Me encontraba perdido en mi propio mundo, siendo un completo desconocido ante el espejo, y a pesar de que luchaba con todas mis fuerzas para acallar aquella voz que me decía "no vales nada" siempre me recordaba a mí mismo, que todo lo que hacía no era suficiente para nadie.