𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑

302 52 2
                                    

Odiaba estar en los alrededores del ducado donde su único aliado parecía ser Eckles, quién ya se había acostumbrado a tratarla con soltura cuando salían al pueblo y no detestaba ser llamado Ash

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Odiaba estar en los alrededores del ducado donde su único aliado parecía ser Eckles, quién ya se había acostumbrado a tratarla con soltura cuando salían al pueblo y no detestaba ser llamado Ash. 

— ¿Ocurre algo, señorita?

— No es nada, Eckles —contestó mostrándole una sonrisa fugaz mientras tomaba su té.

Ese era otro avance, ya no la llamaba «ama» o «maestra» y si bien en los alrededores del ducado y donde hubiera nobles la trataba con respeto, se soltaba cuando caminaban por el pueblo o estaban con Layna y la trataba como su igual.

Se sentía bien y más al ver que ese extraño corazón subía de afecto por lo que sus acciones no eran superficiales como las de sus hermanos adoptivos. Eran educados e intentaban darle un lugar en el ducado después de tantos años, pero ya era tarde. No necesitaba promesas vacías, ni actos banales. Tampoco necesitaba un título, sólo quería ser ella misma sin ataduras y sin tener que fingir tener una horrible personalidad mostrándose impasible ante los tratos despectivos que aún seguían rondando por la mansión.

Estaba harta de poner ese acto, pero al mismo tiempo se había acostumbrado tanto que le costaba quitarlo. Se podía decir que lo había hecho suyo.

— Eckles, ¿no crees que es un buen día para salir a pasear? —preguntó dejando la taza en la mesa mientras se levantaba.

No necesitaba decir más para que su amigo supiera lo que estaba pensando.

— Sin duda —contestó dejando una pequeña sonrisa en su rostro ante el recuerdo de la mujer que manejaba el orfanato.

— Antes que nada —detuvo Penelope antes de que Eckles tuviera la oportunidad de volver a su postura erguida pues se había inclinado hacia unos momentos para hacer una reverencia—, lo he pasado por alto todo este tiempo pero…

Sus palabras parecieron perderse por un segundo mientras sus manos rodeaban el cuello de Eckles en busca del cierre del collar que marcaba a su amigo como esclavo.

— Es hora de que dejes de llevar esto. Te compré, pero no quiero ser tu ama. Operas bajo mi mandato, pero también eres mi único amigo y aliado en este ducado —murmuró deshaciendo el cierre mientras le sonreía—. No importa lo que otros digan, no olvides estas palabras, ¿sí? —pidió al mismo tiempo que sus ojos no pudieron evitar viajar hacia el corazón grisáceo que se hallaba sobre la cabeza de Eckles— Tienes tu propio valor. Eres un ser humano como todos los demás, no eres menos que nadie. No eres un simple esclavo, ¿entendido?

El porcentaje volvía a subir, las pesadillas no se iban y mucho menos después del encuentro con el marqués Verdandi usando una máscara de conejo blanco. Él sería el encargado de traer a la verdadera princesa a casa y… ese momento sería el momento en el que la cuenta atrás comenzaría para ella. ¿Por qué siempre acababa muriendo? ¿Y por qué cada vez que veía esos corazones su mente volvía al corazón blanco que se encontraba sobre ese joven capitán pirata? ¿Era por qué era el único hombre con el que jamás había soñado? ¿El único que a pesar de tener un corazón, no la había matado nunca? ¿Era por eso o por la forma en la que sus ojos estaban iluminados y desprendían cierta calidez y porque su expresión había sido tan amable?

𝐓𝐇𝐄 𝐏𝐈𝐑𝐀𝐓𝐄 𝐀𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄𝐒𝐒 || 𝐒𝐇𝐀𝐍𝐊𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora